Sonreía al verte pasar y olvidaba que no eras para mí. Al verte alejarte corría alegre detrás de ti olvidando por completo las espesas nubes que se cruzaban en mi camino.
Quería atraparte y estrecharte. Acariciar y besar cada parte de ti.
Cada noche pensaba en ti, sonriendo llenaba mi almohada de palabras en las que inyectaba obsesión y locura con un poco de estúpida timidez. Cada noche me preparaba para la mañana siguiente en la que te volvería a ver entre colores y flores de empalagoso olor.
Cada noche pensaba en ti, sonriendo llenaba mi almohada de palabras en las que inyectaba obsesión y locura con un poco de estúpida timidez. Cada noche me preparaba para la mañana siguiente en la que te volvería a ver entre colores y flores de empalagoso olor.
Y cada mañana te veía tan blandito como un peluche y tan extraño como Júpiter. Te quería comer, devorar.
No me daba cuenta del que tiempo pasaba y con él las oportunidades se iban. No sabía que no volverías.
Quise atraparte, devorarte y estrecharte, pero apenas pude hablarte. Quise soñarte, pensarte y alcanzarte pero ¡Ni siquiera conozco tu nombre!
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