Veo tu fotografía, no está en blanco y negro pero aún así es antigua, demasiado quizás. Colgaba de un hilo negro del que solía colgar, además, tus miradas. Con el peso y los pocos "te quieros" se ha roto.
Ahora descansa en un baúl a los pies de la cama. Este baúl guarda también bajo llave las cartas que nunca se llegaron a enviar. Nunca encontré un sobre tan grande para poder pegar tantos sellos. ¿Cuántos haría falta para llegar hasta ti?
No malinterpretéis esto, no es nada. No creas que estoy enamorada. Esas cosas sólo pasaron en un pasado, ya sabes, por los ochenta o así, cuando ni siquiera había aprendido a respirar.
Quizás se saquen las cosas de quicio. Mirad, que te quedes mirando una foto y de repente sonrías sin motivo son cosas que pasan, inexplicables, no necesariamente amorosas, simplemente sentimentales.
Mirad, que escriba esto a estas horas es la consecuencia de escuchar una canción demasiadas veces. Consecuencia de, como ya os dije antes, los ochenta. ¿Quién me mandaría a mí enamorarme tan temprano?
Y es que, como ya os decía yo, por aquellos tiempos...¡Ni respirar sabía!
Y es que, como ya os decía yo, por aquellos tiempos...¡Ni respirar sabía!
No hay comentarios:
Publicar un comentario