Todo el salón está decorado. Las luces azuladas iluminan las oscuras paredes.
Las ventanas están cerradas y las persianas totalmente bajadas. Ni un ápice de luz natural entra en la sala.
Del techo cuelgan hilos grises y de cada uno de ellos cuelgan deseos de personas ya inexistentes. Moviendo estos hilos están las mariposas, algunas son negras, otras blancas. Todas revolotean incesantes, describen círculos irregulares y danzan al son de la triste melodía.
Abajo, en el suelo, personas bailan. Hay jóvenes muchachas vestidas con blancas faldas que se mueven con elegancia. Aparecen y desaparecen, van y vienen. Sus rostros son tristes, pero no dejan de bailar y de mover sus melenas. Miran alrededor con sus ojos vacíos mientras dan vueltas por la sala, alzando sus delgados brazos, implorando vida.
Aún más abajo, a los pies de las bailarinas, hay restos de sentimientos olvidados con el paso del tiempo. Sólo los verás si cierras bien los ojos.
Abrazadas a las patas de las sillas hay almas. Sus ojos están cerrados, pues los cuerpos donde vivían hace tiempo se convirtieron en polvo. Ahora son almas dormidas a la espera de un beso que las despierte.
Por las mesas hay restos de comida. Toda ella está grisácea y mohína. Hay manchas de vino en los manteles y alguna que otra pintada en las mesas.
El aire que se respira es ligero. Es debido a las luciérnagas que baten sus alas sin cesar. Tienen miedo de las mariposas al mirar arriba, pero no desean acabar como las almas dormidas.
Nostálgicas y desesperanzadas vuelan lanzando gritos agónicos. Piden ayuda a la luna aunque hace tiempo que no la ven. Ansían una libertad que no les llegará.
2 comentarios:
Es extrañamente fantástico, aterradoramente hermoso :)
Ten claro que quiero leer más cosas como esta :P
Te sigo pues
Muchas gracias, haré más cosas así, no lo dudes :)
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