sábado, 19 de octubre de 2013

Hacernos felices rompiéndonos por dentro.

Éramos dos soledades entrelazadas por el gris de los días lluviosos de Asturias. Éramos eso, nada más que gotas de rocío bañando las mejillas sonrosadas de las tardes de domingo. Éramos, en definitiva, imposibles. El destino no nos quiso poner de la mano, pero sí nos agarró del corazón con una de esas uniones confusas entre lo fraterno y lo amoroso que tanto duelen. Tú lo sabías, lo nuestro no era nada más que un tú y un yo tímidos que jamás se fundirían en uno solo. Era algo simple y fácil de entender para nuestras cabezas, pero no creo que fuera así de sencillo para nuestro corazón. Al menos no para el mío, que todavía se cree el cuento de que todo vale en el amor. Y el pobre no comprende que para hablar de amor, primero hay que asegurarse contra la decepción, proveerse de armaduras contra la tristeza e intentar llorar bajito para no ahuyentar a Cupido.

De todos modos, hemos luchado a nuestra manera contra el destino. A pesar de su dictadura no nos hemos negado los abrazos que necesitábamos, los besos prudentes llenos de amor contenido, las caricias y las medias sonrisas. Ni siquiera nos hemos resistido a mirarnos con deseo y ternura en las ocasiones menos adecuadas. Es nuestra peculiar manera de hacernos felices rompiéndonos por dentro. Nuestra extraña manera de dar sentido al carpe diem, sin que éste encuentre su esencia real. Y entiendo a Sabina cuando cantaba con amargura: 

"Un dios triste y envidioso 
nos castigó por trepar juntos el árbol 
y atracarnos con la flor de la pasión, 
por probar aquel sabor..." 

Pues me siento encarcelada por algún capricho divino al no poder correr hacia ti y besarte en los labios. Me siento atrapada por el tiempo que paso soñándote y escribiendo tus iniciales en todos lados, como si de esa manera pudiera sentir cerca tu piel. No creía en los amores malditos hasta el día en que me enamoré de ti. Hasta el feliz día que en mi mente apareciste y amueblaste mi cabeza a tu gusto, rompiendo cómo sólo tú sabes todos mis esquemas. No creía, no, en eso del amor imposible. Y ahora me destroza por dentro.

Sin embargo, a mi favor y en contra del capricho celestial, diré que quizás tú y yo jamás seamos un nosotros, pero no nos privaremos de regalarnos la alegría que nos producimos el uno al otro, aunque eso nos acabe destruyendo.



"[...]Recuerdo una anécdota en apariencia trivial pero con mucha carga de profundidad; vamos, de abrigo. Hace algún tiempo llevé unos guantes asimétricos que pertenecían a la mano derecha e izquierda de sendos pares extraviados. Reconozco haber lucido alegre esa cromática y vistosa disparidad. No formaban pareja, es cierto, pero quitaban el frío."

Javier Almuzara - Catálogo de asombros. (2012)


martes, 1 de octubre de 2013

Si lo sientes, ven. Yo estaré ahí.

Déjate llorar, desbórdate por completo, vacíate. Apoya tu cabeza en mi hombro, deja que las lágrimas caigan, resbalen y te limpien las mejillas. Húndete en mí, abrázame fuerte. Estaré aquí. No me moveré, acércate a mí y deja volar libre a tu tristeza. Deja que te engulla esa melancolía, ese deseo de desaparecer, de caer y caer hasta tocar fondo. Deja que lo haga, porque al final del pozo estaré yo. Deja que lo haga porque no correrás peligro, yo estaré allí. Te atraparé en mis brazos y te sostendré. Yo te salvaré de la caída.

Si sientes la necesidad de acabar con todo.
Si sientes a las carcajadas amargas salir por tu garganta.
Si sientes que estás solo, que en este camino tan transitado nadie te ofrece la mano.
Si lo sientes, ven. Yo estaré ahí. 
Cerca de ti.

Deja que tu cuerpo se encoja. Deja a tu labio inferior temblar, que tu piel palidezca y que tus ojos se enrojezcan. Deja al nudo de tu garganta crecer, deja que te falle la voz. Permite a tu corazón sentir esa desgarradora sensación de soledad, de gris nostalgia naciendo del más terrible de los miedos. No quieras dejar de sufrir así. Déjate llevar, siente lo que tengas que sentir. Date un respiro y permítete tener un día negro, un lunes manchado de sangre. 

Si sientes la necesidad de acabar con todo.
Si sientes a las carcajadas amargas salir por tu garganta.
Si sientes que estás solo, que en este camino tan transitado nadie te ofrece la mano.
Si lo sientes, ven. Yo estaré ahí. 
Cerca de ti.

Y cuando todo haya terminado y la noche aceche en tu ventana, mírame. Cuando sientas un alivio extraño en tu interior búscame con tus llorosos ojos, porque yo estaré ahí. Incluso cuando creas que la luna es la única que te acompaña. Incluso cuando no veas nada más que una profunda oscuridad.
Recuerda que somos grandes. Recuerda que somos eternos, y que esta tristeza no lo es. Recuerda cómo cruzamos bosques llenos de maleza. Recuerda cómo corrimos contra la dirección del viento, cómo escapamos de las garras del conformismo, cómo nos desasimos de las mandíbulas del tiempo. Recuerda lo que vivimos, recuérdanos luchando contra todo lo que nos hizo daño.

Y cuando sientas la necesidad de acabar con todo.
Y cuando sientas a las carcajadas amargas salir por tu garganta.
Y cuando sientas que estás solo, que en este camino tan transitado nadie te ofrece la mano.
Cuando lo sientas, ven. Yo estaré ahí. 
Cerca de ti.

Zoom into me - Tokio Hotel.

Quizás necesitases unas palabras que te abrazaran, unas palabras de apoyo.
Si es tu caso, te las regalo. 
Y si conoces a alguien que las necesite, ¿por qué no regalárselas?
Te invito a ello.