domingo, 27 de noviembre de 2011

Como aquel loco que se apellida Sabina.

He estado tres veces en Madrid. Las tres veces que estuve fueron durante poco tiempo, pero aún así me dio tiempo para poder perderme entre sus calles y el frío de un casi finalizado Febrero.
No os interesa, ya lo sé, pero no sé cómo empezar a escribir esta nueva locura, este nuevo laberinto de palabras.
Podría decir que te echo de menos, pero no a ti cariño, sino a él, al que cedió parte de su tiempo en comprender a esta soñadora sin nube.
También podría contaros mi experiencia en Madrid o mis preocupaciones de adolescente que busca un espacio donde ser libre y real.
Podría contaros el final de la historia de la Señorita Rock n' Roll, pero lloraría y ¡no me apetece llorar!
Podría escribir tantas cosas ¿verdad? Podría hablaros de mis opiniones sobre política o la economía mundial, podría escribir mi infinita lista de libros leídos o mis aficiones.
Pero no, no lo haré.
Me quedaré aquí sentada, viendo como mis peces respiran por la boca intentando ser felices aunque a ellos no les esté destinada la palabra felicidad. Injusto ¿verdad?
Contemplaré como la oscuridad se apodera de la noche y como el minutero se mueve recordándome que debería estar durmiendo y teniendo dulces sueños.
Escucharé otra vez más este disco de Sabina, me perderé con él en Madrid de nuevo y rimaré con mi voz todas las palabras que él pronuncia.
Contigo empieza a sonar, pero las teclas de mi ordenador ensordecen la melodía.
Dejaré de escribir por ahora. ¿Me disculpáis? Este momento es mágico.
Suspiro eterno.


¡El mundo debería ser de los poetas, señores! ¡¡De los poetas!!


jueves, 24 de noviembre de 2011

La Señorita Rock n' Roll (VIII) Parte 2.

Alicia.


Algunos coleccionan sellos, otros prefieren coleccionar monedas de distintos países, algunos coleccionan cromos y otros coleccionan lágrimas.
Alicia coleccionaba noches, noches especiales. Su favorita siempre había sido la noche en la que conoció a Alejandro. Juntos habían huido a una playa de Gijón y sentados en la arena habían comenzado a rimar palabras.
A Alicia siempre le había encantado las rimas y la poesía. A veces, cuando no era capaz de conciliar el sueño, buscaba palabras que rimaran entre sí.
Esa noche él le había propuesto el mismo juego absurdo y dulce que repetían cada noche desde la primera.
Sentados en la cama con cigarrillo en mano y una guitarra al lado habían comenzado la noche, su noche, de una manera nostálgica y bella. Rimando.
Más tarde fue imposible ocultar la necesidad del uno por el otro. Los brazos de él la rodearon con ternura y deseo, su aliento le acariciaba la cara, sus manos descubrían su piel y sus labios besaban su rostro.
Aquello era pura magia, no existían las palabras.
-Alicia-susurro él, su nombre pronunciado con su voz sonaba mucho mejor- Alicia, es nuestra última noche.
-Lo sé y por eso quiero que sea la mejor. Quiero que este momento no acabe nunca.
-Sabes que jamás te olvidaré ¿verdad?
-Sí-sonrió ella aunque las lágrimas acudieron a sus ojos ardientes y acompañadas de un nudo en la garganta.
Entonces él se llevó los brazos al cuello y se quitó el único colgante que llevaba puesto, un cordón de cuero marrón.  De ese cordón colgaba una púa negra firmada por él y por ella.
Los nombres de ambos aparecían escritos, diminutos en ella. Era un recuerdo de la época joven de su música. Su valor era grandioso, inimaginable.
Él se lo colocó a ella con infinita delicadeza, como si en cualquier momento fuera a romperse.
-Siempre estaré contigo- dijo en un susurro y más tarde la besó en la frente.
Entonces la noche se los tragó mientras se enredaban en las sábanas.


No sé si seré capaz de escribir el final, no será feliz.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Como los soñadores que no quieren despertar.

Viajando de un lugar a otro, sumergiéndome en las sábanas que aún huelen a lágrimas de felicidad.
Bailando con las musas que no acuden a mi llamada, la soledad observa escondida entre las páginas de ese libro cansado de dormir en una estantería llena de polvo.
El olvido susurra desde las profundidades de la música que suena, la belleza se encuentra entre las palabras que trato de escribir.
Su mirada a través del cristal, diciéndome "Ya sabes que estoy aquí para todo, para siempre"
Es cierto, no miente.
Los sueños que vuelan y saltan entre mis respiraciones y palabras murmuradas en sueños.
El olor a champú y el frío en una habitación cálida. Sí, sigo teniendo frío. ¿Me prestarás tu chaqueta? 
El autobús que huye y mis pasos que se adelantan a los de esa anciana señora que camina sin dirección.
El mar enfurecido que te grita: "¡¡Lucha, lucha!!"
Y pienso en aquella tarde de verano entre mantas y estornudos fingidos. Aquella tarde triste llena de amores jamás correspondidos, de eso sabe mucho la Señorita Rock n' Roll. Pregúntale, quizás te cante una canción.


Ya sabéis, cosas, desvaríos, locuras de soñadores que no quieren despertar. Sus miradas se clavan en nosotros, sentíos orgullosos, somos diferentes. 









lunes, 21 de noviembre de 2011

La Señorita Rock n' Roll. (VIII) Parte 1.

Alejandro.


-Alicia... Alicia rima con caricia, delicia, justicia o malicia. Bonitas palabras.-sonrió.
-Alejandro rima con...-se paró a pensar.- No sé ninguna palabra que rime con tu nombre.
Estaban sentados en la cama de la habitación del hotel donde se alojaba la Señorita. En la mesita de noche había una botella de Champagne barato y unas copas vacías.
En los ceniceros descansaban dos cigarrillos aún humeantes y muy bajito sonaba Moriría por vos de Amaral.
Ella estaba preciosa, era lo único en lo que él podía pensar. Su pelo dorado caía formando una cascada de oro líquido por sus hombros y sus ojos verdes de ciencia ficción sonreían iluminados por la tenue luz de la única lámpara que encima de ellos chorreaba luz.
Sus labios guardaban el mismo tono rojizo que de costumbre y en sus ojos guardaba la sombra negra de ojos sin desmaquillar.
Con ese viejo pijama no pudo evitar pensar que estaba terriblemente ¿sexy?. Sí, podría decirse así.
-Tampoco es necesario que busques más, sé que mi nombre es poco poético.-rió.
-Tu nombre es precioso, lo poético está sobrevalorado.-entonces puso esa cara que la identificaba cuando trataba de quitar importancia a algo y más tarde sonrió.- ¿Por qué me miras así?
-Por nada, simplemente no puedo parar de pensar en que esta noche estás hermosa.
Ella se sonrojó y bajo la mirada avergonzada. Su corazón latía a mil por hora. Echaba de menos esa sensación de asfixia en su propio amor.
Él acercó su rostro al suyo y con la delicadeza de las alas de una mariposa colocó un dedo en su barbilla elevando su rostro y obligándola así a mirarle.
-Te quiero, Alicia, te quiero más que a nada. ¿Me prometes que jamás lo olvidarás?
-Alejandro, en este preciso instante- sonrió ella emocionada- en este mismo instante daría mi vida por ti.
Sonrió, él sonrió con dulzura y alegría y eso le bastó.
Los labios de ella buscaron los de él y por arte de magia se fundieron sus sombras y aquellos cigarrillos dejaron de expulsar humo.

Amor, sólo amor.




domingo, 20 de noviembre de 2011

La Señorita Rock n' Roll (VII)

La Señorita Rock n' Roll no era una chica dura y fuerte. No era el prototipo de chica rockera que grita Fuck You! en sus conciertos con el dedo corazón hacia arriba.
No vestía con pinchos ni llevaba correas colgándole de las ropas. Era una chica más o menos normal.
Le gustaba vestir de negro y maquillarse al estilo 70s. Sólo eso la hacía diferente.
La Señorita tenía un pasado como todo ser humano, pero no sólo lo tenía sino que también lo añoraba.
Echaba en falta a sus compañeros y a sus amigos del barrio en el que vivía. Echaba de menos a su familia.
Echaba en falta el amor de su padre por la música, sus ojos verdes observándola desde el otro lado de la mesa.
También a su madre sonriente y fuerte. Echaba en falta la comida de los domingos y la sensación de estrés al tener que estudiar para algún examen.
Echaba en falta a su hermana pequeña e inocente, su dulzura y alegría.
En definitiva echaba de menos su vida.
Su vida antes del alcohol y las noches despierta, antes de los cigarrillos y los sucios acordes de guitarra.
Su vida antes de tener la necesidad de pintarse para triunfar o antes de los largos viajes en furgonetas.
Todo eso que otros deseaban a ella le entristecía, le aburría.
Recuerda el día en que él le ofreció su mano en aquel bar de la esquina. Le dijo algo así como:
"Serás grande, tu voz es magnífica."
Después de esas palabras todo se volvió extraño y distante. Nada más existía aparte de su guitarra y sus besos.
Nada más que canciones manuscritas y el humo de la muchedumbre
Ya habían pasado cinco años desde aquello. Demasiado tiempo, tarde para cambiar.


Le miró de reojo. Estaba totalmente concentrado en la carretera.
Su mirada fija en las luces que rompían la oscuridad, sus labios fruncidos y su expresión cansada no tenía nada que ver con la de aquel joven que le propuso cantar en un grupo cinco años atrás.
Lo dejó pasar, al fin y al cabo tenía una noche por delante. En lugar de hablar se recostó en el asiento impregnado de olor a tabaco y cuerdas oxidadas.
Cerró los ojos y dejó que Sabina hablara por ella con su canción titulada Contigo.
"Lo que yo quiero, corazón cobarde, es que mueras por mí. Y morirme contigo si te matas y matarme contigo si te mueres, porque el amor cuando no muere mata. Porque amores que matan nunca mueren."
Ella miró hacia él cuando Joaquín acabó de pronunciar esas palabras a través de la radio.
Sonreía y su mano libre había agarrado la suya.  Felicidad absoluta.


Aunque sea diferente, le sigue amando como antes. Sigue siendo su rockero favorito. 
Su amor es infinito como la carretera que recorren juntos.
Como su música.




sábado, 19 de noviembre de 2011

La Señorita Rock n' Roll (VI)

Su rostro se volvió hacia ella con un brusco giro. Ella avanzó hacia él con paso titubeante mientras se secaba las estúpidas e inoportunas lágrimas. 
La Señorita Rock n' Roll tenía una manía horrible de llorar con cada momento emotivo o extraño, cuando sentía rabia, o se sentía pequeña e inofensiva. Desde luego en aquel momento lo hacía, se sentía terriblemente fuera de lugar. Deseaba ser invisible a sus ojos.
Cuando estuvo a una distancia lo suficientemente cercana como para distinguir su cara de asombro e incomodidad se detuvo. Intentó hablar pero las palabras se atascaron en su corazón, algo parecido le debía de pasar a él porque tampoco fue capaz de articular palabra.
Por ellos dos habló la camarera, que de brazos cruzados la miraba con una expresión entre enojo y sorpresa.
-¿Quién eres tú? -le preguntó con desdén. Desde luego sabía quién era, sus expresión lo hacía ver ¿acaso alguien no la conocía?
La rabia y los nervios de la Señorita no estaban para aguantar estúpidas preguntas y menos provenientes de una mujer tan vulgar e idiota.
En vez de contestar, cogió el vaso de cerveza que descansaba cerca del borracho dormido y se lo arrojó por encima.
Ella abrió la boca sorprendida y contempló sus ropas mojadas de alcohol. No sabía qué decir y abochornada se largó del local. "Estúpida ignorante, vulgar desesperada"-pensó.
En el antro ya eran uno menos y entre ellos dos reinaba un incómodo silencio sólo roto por Make you feel my love de Bob Dylan y los ronquidos del borracho.
-No tenías por qué hacerlo-dijo él por fin.- decirle quién eras hubiera sido suficiente.
-Para mí no. ¿Quién era?-preguntó ella intentando controlar el temblor de su voz.
-Una desesperada buscando amor en las esquinas de Barcelona, de todos modos, no te importa.-se colocó la chaqueta bien y se dispuso a salir por la puerta.
-Alejandro, no pensarás marcharte así como si nada ¿verdad?-inquirío con enfado y pena.
-Eso haré, tengo que llegar a casa antes de que amanezca. Tú deberías hacer lo mismo, es tarde.
-¿Tarde? ¿Es tarde? ¿Tarde para qué Alejandro? ¿Para qué demonios es tarde? ¿Para llegar a un hotel y esperar que llegue mañana para cantar la mismas canciones de nuevo? ¿Para eso es tarde?- el tono de su voz se elevó y temblaba al hacerlo.
-Eso lo deberías saber tú, no sé qué tienes que hacer. Al fin y al cabo eres la Señorita Rock n' Roll, totalmente imprevisible. Tu vida es una atracción de feria. Mañana será tu día y pasado también.
-Ya, claro.Olvidaba que mi obligación era irradiar felicidad e irme de fiesta para hacer feliz a los demás. Olvidaba que no tengo motivos para quejarme.
-Deberías estar agradecida, mucha gente desearía ser tú.-sonrió con tristeza. Sus ojos color chocolate se clavaron en los de ella por un instante y la enloquecieron como de costumbre. Eran hermosos.
-Todos, sí, menos yo.-y se acercó más a él.-¿Por qué te fuiste? ¿Por qué me abandonaste, Alejandro?
-No lo hice, jamás te abandoné. De hecho siempre te llevé conmigo a todos lados. Debes comprender que no te merezco, no soy bueno para ti.
-Me da igual, eres al único al que quiero.- y dio un paso más hacia él. Su aroma a alcohol y tabaco era inconfundible. Le hacía regresar al pasado, donde sólo existía él y una guitarra.
Rió con amargura y le acarició la mejilla dulcemente.-Debo irme, es tarde.- Abrió la puerta y se alejó en la oscuridad de la noche catalana.
Ella corrió detrás de él, no le dejaría marchar. No otra vez.
-¡Alejandro, vuelve! ¡Espera! Por favor...- al fin le alcanzó cuando ya estaba abriendo las puertas de su coche y en un susurro le pidió.-Regálame una noche más.
-No quiero dañarte más, será mejor que recurras al olvido.
-Alejandro, sólo una noche más a tu lado. Por favor, una más. Da igual lo demás, te necesito.
Él la observó con su mirada entristecida de nuevo y sonriendo con una mueca torcida le abrió la puerta del copiloto y sólo una palabra pronunció:
-Sube.


La noche era suya. 




Canciones que consiguen que te pueda amar.


El rostro demacrado del gran Antonio Vega, la canción que le hizo más que un músico, La chica de ayer, la canción por la que hoy se recuerda su voz.
El suicidio temprano de Ian Curtis, su epilepsia y sus bailes excéntricos. El Love will tear us apart reza en su tumba.
El suicidio por odio a la sociedad del maravilloso y retraído Kurt Cobain, la escopeta que le ayudó a conseguir la muerte. Su pelo rubio agitándose con Smell Like Teen Spirit.
Mick Jagger cantaba a Angie, susurraba su nombre, le dolía cada susurro.
Robert Smith dejó marchar a Elise, pero más tarde la echó en falta.
Bruce Springsteen cantaba a Mary esperando que huyera con ella, pero más tarde huyó con Wendy en su famoso Born to Run.
Bob Dylan se considera poeta antes que músico, Bono le considera el mejor, a él y a otros muchos.
Morrissey odia las cursiladas pero siempre las escribe. También odia a Robert Smith, pero aún así habla de él.
Edgar Allan Poe escribía a Ligeia palabras tan bellas que son sobrehumanas.
Don Álvaro se mata por amor a Doña Leonor.
Bécquer buscaba a la mujer perfecta, todos sus amores eran imposibles.
Victoria no supo elegir entre los besos de Jack y los de Christian.
A Michael Jackson le adoran más ahora muerto, que antes vivo.
A Freddy Mercury se le considera el cantante privado de Dios.
La Señorita Rock n' Roll grita su nombre,  le ama pero le duele.

Cada uno de ellos son bellas canciones, canciones ocultas entre sentimientos.


Canciones que consiguen que te pueda amar. Nacha Pop.

viernes, 18 de noviembre de 2011

La Señorita Rock n' Roll. (V)

Lo primero que fue capaz de oír cuando la puerta se abrió fue una risa tonta, casi forzada. Una risa de mujer.
Más tarde apareció una despampanante joven de unos 20 años de edad. Su melena era larga y de un brillante negro azabache. Llevaba un mini vestido rojo y unas botas altas.
A pesar de sus curvas y buen ver era ordinaria. No le gustó, para nada.
Pero, desde luego, lo que menos le gustó era su acompañante.
La joven tiraba entre risas de la mano de un joven al que pudo distinguir inmediatamente. Su guitarrista.
Miró la escena, contempló aquello con el corazón congelado. Su mirada se había quedado clavada en la sonrisa de ella y en la de él, por supuesto.
Sonreía con vergüenza, por compromiso. Su sonrisa era falsa y triste, conocía bien aquella mueca.
La solía mostrar en entrevistas o al tener que pasar un día en el aeropuerto. Aquella sonrisa no le identificaba.
Aún así lo hacía, sonreía y eso la rompió.
Como el vaso que es lanzado con rabia en una discusión, como se rompe una carta no deseada, como aquella foto en su camerino. Rota.
Los dos pasaron al local sin advertir de su presencia y ella le sentó a él en una silla cerca de la barra, más tarde le besó la cabeza con cariño fingido. Rabia incontrolable.
Ella se marchó y se colocó detrás de la barra después de gritar de mala manera a la camarera, que, se marchó del local con un fuerte portazo. Al parecer, el local era de ella.
Eso le provocó risa, aunque no rió. Tenía ganas de llorar.
Intentó esconder su rostro bajo su cazadora negra. No sabía qué hacer. No quería ser descubierta, pero esa situación hacía que su corazón se rompiera en mil pedazos, no podía quedarse allí, ser testigo de aquello.
Miró de nuevo hacia su dirección, ella estaba coqueteando con él desde la barra. Acariciaba su rostro y le acariciaba el pelo con sus largos dedos.
No podía soportarlo, era demasiado.
Pero ¿Por qué a ella? ¿Cómo es que de todos los antros que hay en España tuvieran que estar los dos en el mismo? ¿No tenía suficiente el destino con el daño ya causado? ¿Quería más? Cruel.
Con valor y lágrimas deseando salir de sus ojos volvió a mirar y se sorprendió al ver que él apartaba las manos de ella, evitándola. Hablaba con ella con enfado, con pesadez. No podía distinguir sus palabras, pero sí su hastío. Conocía bien su tono pesado y cansino, intentando controlar su genio bajo palabras.
Lo echaba de menos.
Él se levantó de la silla y se colgó la guitarra al hombro dirigiéndose hacia la salida con mal gesto pero ella le seguía. Mantenía una sonrisa en los labios, pero él la apartó molesto.
Entonces la Señorita Rock n' Roll reventó y se dirigió con paso firme al lugar de la escena.
Ella era la Señorita Rock n' Roll, no una estúpida adolescente conformista. El Rock era su sello de identidad, la fuerza.
-¡Alejandro!-gritó, y una lágrima, inevitablemente, se le escapó. Su nombre dolía, aún.



 La Señorita Rock n' Roll no se deja ganar fácilmente, su corazón está roto, sí, pero no es nada que su voz no pueda arreglar.
Aquellos buenos tiempos volverán, así es el Rock, un mal día que acaba.


jueves, 17 de noviembre de 2011

La Señorita Rock n' Roll. (IV)

La Señorita Rock n' Roll, ¿abandonará los escenarios?
La más que conocida, Señorita Rock n' Roll, compositora, guitarrista y vocalista dio ayer un concierto en el gran Palau Sant Jordi de Barcelona a la que acudieron más de 20.000 seguidores fieles de su música.
Sin embargo, aunque la Señorita encandiló al público con sus éxitos más conocidos y tatareados por su público, no fue de sus mejores conciertos.
"Apagada, sin vida. Ayer la Señorita parecía triste y ausente. Genial, sí, pero pudo dar más de sí"
Éstas fueron las palabras de uno de sus seguidores, que se despertaba esta mañana después de haber pasado la noche en una tienda de campaña esperando en vano la salida de la Señorita.
¿Querrá decir eso que la Señorita se ha cansado? ¿Dejará la música?
¿Seguirá el modelo de su admirado Kurt Cobain, que, cansado y sin fuerza lo deja todo
 huyendo en manos de la muerte?
Quizás el motivo sea más simple y lo único que le pase a la Señorita es que eche en falta a su guitarrista.
El pasado mes de Octubre, su guitarrista oficial abandonaba a la cantante y al resto de la banda de forma inesperada y trágica.
Los motivos de esta decisión son desconocidos, ya que ningún miembro de la banda ha querido dar argumentos sobre el tema.
Se cree que el virtuoso guitarrista se enfadó con la líder de la banda después de su último concierto en Bilbao por  motivos personales.
Aunque no existen pruebas que lo haga completamente cierto, se cree que los guitarristas mantenían algo más allá de una simple relación de amistad...
...

Cierra el periódico y hace una mueca de asco. 
Se encuentra en un bar cutre y sucio a las afueras de Barcelona. En su cenicero ya hay más de seis cigarrillos y ya es la quinta cerveza que le cobran.
Se siente insegura y perdida. No sabe dónde ir ni con quién. En el centro de la ciudad no puede disfrutar de tiempo para ella, los periodistas andan en busca de suculentas noticias para sacar lo sucio y darlo a conocer, como carne fresca para leones hambrientos, como eran sus fans.
Si él estuviera allí hubiera visto el lado divertido de la noticia, la falsedad de la prensa y la ignorancia de sus seguidores ciegos por la admiración.
Pero no estaba.
Contempla el bar, los alrededores del sucio antro. Una canción de Nirvana suena de fondo, irónico. 
La prensa la acaba de comparar con su ídolo, Kurt, y ahora suena una canción de él en ese bar. Come as you are.
A pesar de la buena música el bar deja bastante que desear, en la barra sólo hay un borracho dormido y dos mesas más allá un hombre que la mira fijamente. Está acostumbrada.
Decide marcharse de allí e irse a dormir, la noche ya es profunda. 
Pero justo cuando se levanta de su silla, la puerta se abre por primera vez en toda la noche. Asombro, emoción.



My heart is broke, but I have some glue (Kurt C.)

miércoles, 16 de noviembre de 2011

La Señorita Rock n' Roll (III)

Había mucha gente. Muchísima gente gritando y saltando, vociferando las letras de sus canciones. Las luces se movían de un lado a otro. La noche era explosiva.
Podía sentir el corazón palpitando en su interior alocadamente. Iba a mil por hora. Sentía la emoción en cada poro de su piel, sus ojos brillaban de felicidad y su sonrisa era natural y contagiosa.
Por la frente le resbalaban gotas de sudor, de satisfacción. Gritaba los versos de aquella canción entusiasmada.
La Señorita Rock n' Roll estaba disfrutando, estaba siendo plenamente feliz encima del escenario.
La canción tomó una dirección más pausada y calmada. El saxofón llenó el lugar, su sonido era profundo e inmenso, como el mar en una noche de Diciembre.
Cerró los ojos y respiró. Intentó respirar acompasadamente para ser capaz de pronunciar aquellos últimos versos de nuevo.
Debía finalizar la canción acompañada de unos punteos de guitarra dulces y acaramelados
Se acercó a él despacio, lentamente, como si cada paso doliera, aunque en realidad anhelaba abalanzarse sobre él, mientras la canción se apagaba con el susurro de el saxofón casi inaudible.
El piano dio pie a su voz, expectante, saltarín y dulzón. Se podía oler la impaciencia del público por conocer el final.
Una armónica solitaria se oía de fondo y entonces, ella, la Señorita Rock n' Roll susurró a una multitud aplastante, a un mundo incomprensible y falso, susurró a gritos la verdad de su corazón vallado y endurecido. Gritó sonriente e inyectada en adrenalina, mientras él sonreía con deje burlón y la animaba con el sonido de su guitarra negra, con su beso de rockero enamorado.


Seguía encerrada en su camerino, aquella fotografía parecía hablarle. Le atormentaba de una manera insoportable. 
Dichosos sus últimos acordes aquella noche, dichosa la cerveza que le hizo enloquecer y huir. 
Dichosa aquella fotografía, que le recordaba que ya no existía, al menos no de la manera que ella quería.





lunes, 14 de noviembre de 2011

La Señorita Rock n' Roll. (II)

Hace poco desde su última actuación, apenas han pasado unas horas desde que bajó del escenario acompañada por las incesantes voces de sus seguidores locos por ella. Asqueroso.
Está sentada en el tocador de su camerino. Es pequeño y oscuro, así entra poca gente.
En el tocador hay muchas cartas abiertas y arrugadas, y otras en cambio no están abiertas y jamás lo estarán. En el espejo hay corazones pintados con barra de labios roja y algunas letras de canciones en pequeños recortes de papel.
Pero sobre todo hay fotos, muchas fotos. 
En todas ellas aparece ella actuando, con el micrófono o la guitarra en la mano, las manos en alto o sonriendo al público. Falsedad.
Pero en todas ellas aparece él, su guitarrista oficial. El mejor guitarrista del mundo, el mejor para ella.
Mira atentamente una foto en concreto, su favorita. En ella aparece él sosteniendo la guitarra con esa pose suya tan familiar. Su cara muestra una sonrisa burlona. Su favorita. 
Con el brazo apoyado en su hombro está la Señorita Rock n' Roll mirándole atontada, enamorada sonriendo con sus rojos labios.
Esa es una foto inspirada en las más famosas de Bruce Springsteen, junto a su saxofonista, Clarence.
Eran buenos tiempos. 
Enciende un cigarrillo y empieza a fumar. No puede hacer otra cosa.
La señorita Rock n' Roll echa en falta a su guitarrista, a su media naranja. Lágrimas.


La señorita Rock n' Roll apenas vive, le echa de menos. Los escenarios ya no son lo mismo sin sus gritos rockeros, sin sus bailes o su aliento a alcohol.
Ya es el quinto cigarrillo mientras se repite una y otra vez: "Así es el Rock, así es la vida."

domingo, 13 de noviembre de 2011

La señorita Rock n' Roll.

Me acuerdo de aquella tarde fría y nublada en la que caminaba por las calles ya oscuras sonriendo sin motivo aparente.
También de aquella mañana llena de ilusión, sentada viéndote caminar, contemplando tu pose al fumar.
Ahora las calles siguen estando oscuras, llenas de ajetreo y de fríos recuerdos. Vistiendo la misma cazadora negra te recuerdo sosteniendo tu guitarra y mirando a la cámara como una estrella de Rock n' Roll.
Tardes entre coca-colas y amigas alocadas, viajando en autobuses públicos con mochilas escolares sintiéndonos importantes por llevar sudaderas de colores.
Tardes esperándote en un banco repitiendo palabra a palabra lo que debía decir.
Pantalones pitillo, Vans gastadas y una cazadora apretada. Labios rojos y ojos mal pintados.
Era la señorita Rock n' Roll esperando a su guitarrista oficial.
Aquellas tardes quedan tan lejos, ya no hay más pizzas de 4 quesos en aquella pizzería solitaria, ni más sábados de calle en calle esperando tu llegada.
En las calles de esta ciudad ya no queda sitio para tantas noches de buen Rock, ni para tantas locuras. De hecho, ya no hay cabida para la felicidad.
Ya no hay cabida para tu guitarra Fender, ni para tu gorra blanca y negra, ni para tus andares o tu postura.
Te echo de menos.

Estoy en una parada de autobús sola. Veo las hojas marrones caer al suelo recordándome que te has ido.
En el suelo hay una púa negra. La cojo y siento ese cosquilleo en las manos de nuevo. Las ganas de seguir. De repente, te recuerdo con tu guitarra negra. Siento escalofríos y pinchazos en el pecho. Tristeza.
Eras tan... suspiro.




La púa sigue en el suelo. Él está demasiado lejos. La señorita Rock n' Roll no es nada sin su guitarrista oficial. Abandonará los escenarios.

viernes, 11 de noviembre de 2011

There is a light that never goes out.

Las luces de neón absorben la inocencia y las ganas de encajar. La noche es profunda y al saborearla deja un sabor dulzón en la boca y una capa azucarada en la lengua.
La gente observa desde fuera con sus ropas de colores y sus cabellos peinados. Nosotros corremos sin dirección definida, siguiendo los destellos de luz que nos hipnotizan.
El frío nos hace tener calor y abrigados con nuestras ropas oscuras cruzamos carreteras y hacemos promesas que se romperán con el transcurso de la noche.
Gritamos con las manos en alto lo que queremos, gritamos enfurecidos que no somos como ellos.
"¡No nos rendiremos, cambiaremos el mundo. No somos como vosotros, estúpidos clones!" Y reímos tirándonos por los suelos, nos reímos de su carencia de personalidad.
La noche transcurre entre camisetas de grupos olvidados y peinados extravagantes. 
Hemos subido al acantilado y no hemos mirado hacia abajo, simplemente nos hemos arriesgado. Con los brazos extendidos, las piernas separadas y brillos en los ojos nos hemos precipitado, abandonando todo.
Y ya más abajo, cuando nos creían muertos hemos vuelto a reír y a bailar. 
Estábamos vivos y éramos jóvenes. 
Poco a poco la noche llega a su fin, las luces de neón desaparecen y el sueño asoma.
Sentados en un bordillo de un callejón poco transitado nos cogemos las manos, entrelazamos nuestros dedos haciendo que la última terminación nerviosa de uno empezara en la primera del otro. Escalofríos.
Delante nuestro hay un viejo disco-bar y de él sólo puedo decir, que su música me levantaba dolor de cabeza.
A lo lejos se oye el  ruido de un camión, un enorme camión. Con una mano entrelazada aún, corremos en dirección del estruendo. No sé porqué.
Le encontramos, venía de frente en una carretera de doble carril. Estábamos a un paso de cruzarnos en su camino.
Sólo a un paso. Y entonces, por primera vez en toda la noche susurra, y me dice.
"Me lo he pasado bien, muy bien. Pero no soy feliz." 
Entonces, en menos de un segundo da el paso. Y cómo no, yo le seguí.


Esta luz nunca se apagará. The Smiths.



martes, 8 de noviembre de 2011

Cartas jamás enviadas (X)

                                                                     Un frío y amargo día de Noviembre.
Amado desconocido:
Más de lo mismo y menos de lo que lo de siempre. Tus ojos achocolatados y tu piel dorada por el Sol siguen causando en mí el mismo sentimiento de nostálgica alegría.
No estoy triste. No sufro.
Simplemente no siento nada. Mi mirada se clava en tu rostro y muestras indiferencia.
Por lo que veo, una indiferencia contagiosa. No me causas sentimientos y eso, en cierta parte, me asusta.
¿Quién sabe si algún día todo lo que guardo dentro empieza a evaporarse y noto su calidez?
Si todo lo que escondo rompe formando una cascada de sentimientos incontrolables. ¿Quién me ayudará?
Será entonces; amado desconocido, mi alegría y mi tristeza, cuando te eche de menos.
Cuando te llore y añore.
Mientras tanto, seguiré actuando en mi papel de escritora del Romanticismo, atormentándome con casualidades y acusando al destino de mi timidez.
Tu mirada es tan profunda y delicada que me cuesta olvidarla.

Recordando tus ojos achocolatados,
La chica de ojos verdes.


P.D: Sigo esperando que me envíes tu almohada, aquella sobre la que sueñas. Si miras en tu cama antes de acostarte verás que tu cabeza se apoya sobre la que te envié hace tiempo, cuando no era imposible.
Úsala para descansar y soñar, pero eso sí, jamás la compartas con ella.
No podría soportarlo.


domingo, 6 de noviembre de 2011

Sorry, I can´t.

Impotencia. Tristeza. Pena. Dolor. Recuerdos y nostalgia. 
Me gustaría encontrar las palabras adecuadas para que supieras lo mucho que te extraño pero es imposible.
No hay palabras, no hay forma de decir que a pesar de los días, semanas, meses y años este sentimiento se duerme conmigo.
Nadie lo entiende. Tú no lo comprendes. Nadie es capaz de comprender que el amor o lo que esto sea nace con una mirada. 
No estoy pidiendo comprensión, no busco tus besos y tus palabras tiernas. Sé que ni siquiera te acuerdas de mí. Y duele. Sólo el cielo y mi corazón saben lo que duele.
Sólo yo, desesperada e incomprensiblemente incomprendida sé lo que duele, la angustia y la claustrofobia de mirar hacia el espacio que solías ocupar y ver vacío. Triste e irritante vacío.
Y ahora que escribo esto me odio a mí misma por sonar tan vulgar y poco original. Escribiendo esto estoy rompiendo mis promesas de escribir cosas ¿buenas?
Me odio por esto. Pero sobre todo te odio a ti, por hacerme ser así. Te odio por no obligarme a creer en ti. 
¿Y qué demonios escribo? Basura.




Hazme el favor de enviarme tu almohada, aquella sobre la que sueñas.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Sad.

No lo sabía, no lo sabía hasta que le volví a ver.
Pensé que un corazón roto ya no sentía, que simplemente palpitaba y hacía ruido con el transcurso de los días. Pensé que un corazón despedazado y herido ya no podía empeorar, pensé que sólo podía reconstruirse con cada herida, que se haría más fuerte.
Me he equivocado.
En una oscuridad y soledad aplastante yace la fe que me queda en ti.
Es tu camisa azul y negra, tu pelo oscuro... Eres tú.
Es demasiado, demasiado dolor en un corazón tan inocente y cansado. No puedo seguir, ya es una estúpida agonía la que me consume. ¿Y pensar que todavía te quiero? 
No es nada lo que me ofreciste, nada lo que te perdiste al no estar ahora aquí. 
Pero es todo lo que me juego al volver a creer en ti.



El "Amado desconocido" no se acuerda de mí. Es feliz besando otros labios, es feliz sin mí a su lado.
Infinita tristeza...

viernes, 4 de noviembre de 2011

Canciones antiguas.

La canción más hermosa del mundo suena en esta habitación.
El dulce piano suena saltarín y delicado, lleno de belleza y armonía.
La voz de Bruce, que intenta imitar al gran Roy Orbison llena de sinceridad y perfección el momento.
Me encantan estas canciones. Éstas en las que el inconformismo reina y la libertad se grita.
Ahora ya no se hacen canciones como esas. Ya se perdieron las ganas de luchar y de vivir.
Simplemente de vivir.
En estas canciones antiguas el joven esperaba a su querida en el porche y sonreía al verla con un vestido precioso, entonces, jóvenes y alocados, suben al coche y huyen.
Simplemente huyen.
Como vagabundos atravesando el viento, como los rayos de sol que rompen la oscuridad nocturna.
Rápido y sin precaución viajan a través de las largas y solitarias carreteras. De vez en cuando paran y se tumban en la hierba para ver el sol caer.
Nada más.
Son jóvenes y están vivos. ¿Qué más pueden desear?

A veces miro a través de la ventana e imagino que, sonriendo, me esperas para que salga y así huir a tu lado.




Evidentemente, nunca ocurrió. Bruce Springsteen es demasiado perfecto.


miércoles, 2 de noviembre de 2011

Cartas jamás enviadas. (IX)

                                                                 Un frío día de otoño lleno de distintas emociones.
Amado desconocido.
Ya hace frío ¿verdad? Parece que el otoño ha entrado de lleno, con vientos fuertes y caída de hojas masiva.
Me gusta. No sé si a ti también, es una de las muchas cosas que no sé de ti. ¿Te gustará el otoño?
Nunca lo sabré.
De todos modos, has de saber, que no, no me pasaste desapercibido. De hecho, jamás lo haces.
¡Qué gracioso! De nuevo en las mismas, en cuánto menos me lo espero...¡Sorpresa, apareces!
Digo gracioso porque es el segundo otoño que me lleva pasando esto. Es gracioso ¿no crees?
El hecho de que te vea cuándo menos lo espero, como si la vida me recordase continuamente que existes. Empiezo a creer que es una señal para que no me olvide de ti. Para que viva entre el pasado y el presente.
El destino a veces hace cosas de este tipo. Nada raro. Nada que no sepa ya.
Bueno, al menos viste mi gorro nuevo. Es rojo, como tu abrigo. Y calentito como tus abrazos, los que cada noche imagino, claro.
Y de nuevo digo, pensando en ti y en tu acompañante...¡Qué gracioso!

Con ganas de reír hasta llorar,
La chica de ojos verdes.


P.D: No me malinterpretes, no me hace gracia. De hecho, estoy rodeada de melancolía, por tu culpa.
Sigo pensando que el destino nos manda señales. ¿No lo crees?





Gracias a ti Jack Redfield, por tu constancia y apoyo. 
Y a ti, Sweet Dreams, por comentar y pasarte por aquí.
Este sitio es mágico gracias a vosotros.
Gracias.

martes, 1 de noviembre de 2011

Rage.

Realmente no sé qué hago aquí. Esto es horrible. Una cárcel estúpida de la que puedo salir.
¿Por qué no salgo? ¿Me preguntas por qué narices no salgo de aquí? ¿Por qué no le doy una patada a todo y por fin consigo ser feliz?
¿Me preguntas por qué estoy llorando y por qué escribo esto?
Bien, te contestaré. Sí, sí, tú lo has querido, te voy a contestar.
Odio. Odio esto. Día tras día, noche tras noche, estupidez tras estupidez.
La misma canción sonando cada día, el mismo final para ella.
La misma gente y sus mismos ojos observando.
Odio, rabia, asco.
¿Por qué entonces no salgo de aquí? ¿Por qué no huyo?
Sociedad. Sí, sociedad. La espantosa y deprimente sociedad que te absorbe cada día. La misma sociedad en la que tú y yo vivimos.
Las mismas miradas falsas, la misma hipocresía y las mismas bromas carentes de gracia.
Las mismas absurdas prioridades de siempre.
Idiotas y estúpidos textos de ¿amor? para "esa persona especial." Canciones malas que suenan en móviles caros que sólo buscan aparentar.
La misma ropa de moda en los mismos esqueléticos cuerpos de siempre.
Y lo odio. No me adapto, no lo comprendo.
Y claro que me gustaría salir de aquí y ser feliz.
Y créeme, algún día lo haré. Huiré y no me volveréis a ver. Sólo entonces seré feliz.


Hasta entonces seguiré gritando en un acto de desesperación. Seguiré golpeando mi corazón.