martes, 8 de noviembre de 2011

Cartas jamás enviadas (X)

                                                                     Un frío y amargo día de Noviembre.
Amado desconocido:
Más de lo mismo y menos de lo que lo de siempre. Tus ojos achocolatados y tu piel dorada por el Sol siguen causando en mí el mismo sentimiento de nostálgica alegría.
No estoy triste. No sufro.
Simplemente no siento nada. Mi mirada se clava en tu rostro y muestras indiferencia.
Por lo que veo, una indiferencia contagiosa. No me causas sentimientos y eso, en cierta parte, me asusta.
¿Quién sabe si algún día todo lo que guardo dentro empieza a evaporarse y noto su calidez?
Si todo lo que escondo rompe formando una cascada de sentimientos incontrolables. ¿Quién me ayudará?
Será entonces; amado desconocido, mi alegría y mi tristeza, cuando te eche de menos.
Cuando te llore y añore.
Mientras tanto, seguiré actuando en mi papel de escritora del Romanticismo, atormentándome con casualidades y acusando al destino de mi timidez.
Tu mirada es tan profunda y delicada que me cuesta olvidarla.

Recordando tus ojos achocolatados,
La chica de ojos verdes.


P.D: Sigo esperando que me envíes tu almohada, aquella sobre la que sueñas. Si miras en tu cama antes de acostarte verás que tu cabeza se apoya sobre la que te envié hace tiempo, cuando no era imposible.
Úsala para descansar y soñar, pero eso sí, jamás la compartas con ella.
No podría soportarlo.


No hay comentarios: