jueves, 24 de noviembre de 2011

La Señorita Rock n' Roll (VIII) Parte 2.

Alicia.


Algunos coleccionan sellos, otros prefieren coleccionar monedas de distintos países, algunos coleccionan cromos y otros coleccionan lágrimas.
Alicia coleccionaba noches, noches especiales. Su favorita siempre había sido la noche en la que conoció a Alejandro. Juntos habían huido a una playa de Gijón y sentados en la arena habían comenzado a rimar palabras.
A Alicia siempre le había encantado las rimas y la poesía. A veces, cuando no era capaz de conciliar el sueño, buscaba palabras que rimaran entre sí.
Esa noche él le había propuesto el mismo juego absurdo y dulce que repetían cada noche desde la primera.
Sentados en la cama con cigarrillo en mano y una guitarra al lado habían comenzado la noche, su noche, de una manera nostálgica y bella. Rimando.
Más tarde fue imposible ocultar la necesidad del uno por el otro. Los brazos de él la rodearon con ternura y deseo, su aliento le acariciaba la cara, sus manos descubrían su piel y sus labios besaban su rostro.
Aquello era pura magia, no existían las palabras.
-Alicia-susurro él, su nombre pronunciado con su voz sonaba mucho mejor- Alicia, es nuestra última noche.
-Lo sé y por eso quiero que sea la mejor. Quiero que este momento no acabe nunca.
-Sabes que jamás te olvidaré ¿verdad?
-Sí-sonrió ella aunque las lágrimas acudieron a sus ojos ardientes y acompañadas de un nudo en la garganta.
Entonces él se llevó los brazos al cuello y se quitó el único colgante que llevaba puesto, un cordón de cuero marrón.  De ese cordón colgaba una púa negra firmada por él y por ella.
Los nombres de ambos aparecían escritos, diminutos en ella. Era un recuerdo de la época joven de su música. Su valor era grandioso, inimaginable.
Él se lo colocó a ella con infinita delicadeza, como si en cualquier momento fuera a romperse.
-Siempre estaré contigo- dijo en un susurro y más tarde la besó en la frente.
Entonces la noche se los tragó mientras se enredaban en las sábanas.


No sé si seré capaz de escribir el final, no será feliz.

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