Es raro esto de meterse en la cama y que cese el frío. Es raro esto de acariciar los últimos minutos y no pensar en nada (nadie) y poder notar el pesado vacío entre los párpados sin que duela. Es raro esto, digo, es raro esto de que los libros te abracen y las palabras te llamen. Es raro, sí, es raro vivir el presente sin más, sin unos ojos chocolate penetrando en el corazón como dagas plateadas y relucientes. Es raro lo que pasa cuando todo pasa.
Y pienso en silencio mientras un poeta loco lanza improperios desde el lado izquierdo de la cama:
"Pobres determinantes subordinados a un nombre. Pobres adjetivos, pobres. Yo de ser palabra sería un pronombre. Nada de concordancia en género y número, nada de acompañar para dar sentido. Sería un pronombre personal tónico, un pronombre bonito y con el acento bien marcado. Detrás de mí verbos, complementos y demás me pueden seguir, pero yo quisiera ir al principio, curarme en salud y abandonar al resto de la oración con mi condición de pronombre.
Sí, yo quisiera ser pronombre por eso de su soledad bien llevada."
Es raro, ya, es raro el hecho de que sea domingo y no huela a miedo. Es raro que sea domingo y ningún gnomo de jardín grite con voz chillona dentro de mí. Y es raro eso de estudiar griego en diez minutos y acordarse (aún) de las tres declinaciones.
Es raro y triste no ser abrazado por las ganas de abrazar. Es raro que no reconozca el aroma a sábanas limpias, a champú para cabellos rubios o a pasta de dientes. Es raro, sigo diciendo, es raro que eche de menos y no sepa el qué (a quién).
Y pienso de nuevo con la mirada perdida en el musgo de unos ojos serenos y buenos:
"Tengo miedo a no alcanzar lo que quiero. Tengo miedo de quedarme a medio camino. Tengo miedo porque no sé si mis palabras son lo suficientemente buenas. Tengo miedo, miedo a fallar y no conseguirlo.
¿Ves? Si fuera pronombre no tendría miedo. Los pronombres son los "Juan sin miedo" de la morfología. Te lo digo yo, que aún soy una estúpida conjunción, que aún estoy ahí, en medio, ansiando obtener mi función sintáctica en esta oración que no lo es, pues perdió el sentido nada más empezar yo a escribir. "
Y mientras el poeta del lado izquierdo de la cama sigue lanzando versos malsonantes, me prometo a mí misma, alzando el brazo derecho hacia el techo, con la mirada fija en esos ojos invisibles:
"¡Algún día seré sujeto!"
"¡Algún día seré sujeto!"
Es raro, sin duda.