jueves, 29 de diciembre de 2011

¡Se nos va el 2011! / Top 13.

Un año más para nuestras vidas. Un año más que se va pero que permanecerá como una experiencia vivida en cada uno de nosotros.
Quizás haya sido una mal año, quizás haya sido el mejor. Pero por el simple hecho de haber sido es especial.
Por ello, y por todo, dedico una entrada, esta entrada, al 2011.
2011, 2011 ¿Qué decir de ti? Has sido un buen año, un año tranquilo, calmado y agradable. Ha habido algunos momentos en los que te he odiado, otros en los que si pudiera te hubiese abrazado. Aún así, no has sido un mal año, no me importaría repetirte.
Has estado lleno de despedidas, algunas dolorosas, otras agradables. Ha habido lágrimas, pero no tantas como sonrisas. Ha habido fracasos pero muchas ganas de levantarse.
Pero sobre todo, ha habido palabras. Palabras de ánimo, palabras tristes, palabras que critican, palabras que duelen, palabras que hacen reír, palabras de amor, palabras de odio. Palabras hechas canciones, palabras leídas y ¿cómo no? Palabras escritas.
Y hoy, haré una recolecta, una recolecta de palabras que escribí desde que este blog vio la luz en este año, en el 2011.
Algunos de vosotr@s quizás no seguisteis el blog desde su comienzo, (ni falta que hace, qué hay que ver qué tonterías escribía, quizás ahora también, pero antes era vergonzoso) por lo que haré una selección de mis entradas favoritas, un Top 13.
Este Top 13 deberías hacerlo vosotros, que al fin y al cabo sois quiénes leéis y juzgáis cada entrada, pero por falta de tiempo no puede ser. Así que permitidme el egocentrismo y yo misma elegiré, aunque ya sabéis que podéis opinar siempre que queráis.
A vuestra derecha y abajo encontraréis una lista de entradas titulada "Lo que más gusta". En ella aparecen las entradas que son, supuestamente, las mejores. Pero yo, como siempre, llevo la contraria y digo que en esa lista no está lo mejor o al menos no está lo que yo considero lo mejor.
Así que si me permitís, haré mi selección de las mejores entradas del 2011 según mi opinión (que a pocos importa).
Seguramente sonará raro un Top 13, pero ya sabéis, el Top 10 está muy visto.
Aquí va, el Top 13 del 2011:
13. Nostalgia. Publicada en Abril, es una de mis favoritas. Creo que tengo más de 10 textos siguiendo esta misma temática y dónde los personajes se comunican por medio de diálogos extraños y fríos. Está basada en la maravillosa letra de esta canción, Plainsong del grupo The Cure.
12. Where The Birds Always Sing. Esta entrada, más que nada, es una crítica hacia el mundo actual, hacia la mentalidad de las personas. Es también un grito procedente de las gargantas de todos los soñadores.
El nombre de esta entrada procede de una canción del grupo nombrado anteriormente.
11. To the Sky. Una entrada que narra el diálogo que mantiene una enamorada con el cielo pidiendo y deseando el bien para su amado. Esta entrada está acompañada además por una foto que le viene muy bien al argumento.
10. Desear cosas imposibles. Una entrada que narra como los recuerdos atormentan a los enamorados después de que las nubes se llevaran todo. Dejando como rastro deseos imposibles de cumplir.
9. Araña bailarina.Una entrada corta que narra los sueños de una araña que desea bailar en la esquina de una polvorienta habitación. El final es trágico.
8. January. Publicado en Septiembre, pero escrito en Enero, es uno de los pocos poemas que podréis encontrar por aquí.
7. Primera carta jamás enviada. Aquí os presento a la primera "Carta jamás enviada", corta y dejando relucir el arrepentimiento y la nostalgia por los tiempos mejores.
Al escribir esta carta no pensé cuántas más la seguirían y de momento ya son 13 cartas dedicadas al "Amado desconocido". Según mi opinión no es la mejor, pero por ser la primera es especial.
6. Funeral Party (Relato extenso). Uno de mis primeros relatos. En él narro una fiesta peculiar donde las almas y los fantasmas del pasado se reúnen bailando bajo la luz de las luciérnagas encerradas.
Tras la escritura de este mini-relato se me ocurrió sustituir "comentarios" por "bailes fúnebres", conjuntando así mejor con el título del blog.
5. Donde seguir y rendirse son un mismo callejón (sin salida). En el puesto cinco, coloco esta entrada que no es muy original en lo que a temática se refiere, pero está contada desde un punto de vista diferente y retorcido.
4. Una canción de The Smiths y sólo queda huir. Una entrada corta que narra la frustración al no ser comprendido y las ganas de abandonar y marcharse lejos.
3. La Señorita Rock n' Roll. Primera entrada dónde se presenta a la Señorita y da comienzo la historia de ella, locamente enamorada de su guitarrista.
Arriba encontraréis la historia que he colgado aquí, aunque como ya dije, sigo escribiendo su historia ampliada y con más detalle.
2. Silvertown Blues. Una entrada inconformista y alocada que narra de nuevo la frustración y las ganas de huir lejos del lugar que te vio crecer. El título de la entrada procede de esta canción Silvertown Blues. de Mark Knopfler, os recomiendo que escuchéis la canción mientras leéis el relato. Yo lo hice mientras lo escribía.
Además, esta entrada fue elegida como candidata por el blog Confesiones de un distinto. para sus premios Adiós 2011.
1. From the Edge of the Deep Green Sea. Mi entrada favorita. Está escrita en Junio y narra una incomprensible historia donde se mezclan los sueños con las pesadillas, las penas con la alegría y... ¿Cómo no? Donde sus ojos oscuros vuelven a ser protagonistas.

Antes de despedirme, quería daros las gracias a todos los que os pasáis y leéis a menudo. Gracias a los que continuamente comentáis y me dedicáis palabras de apoyo.
A todos vosotros os deseo un:

¡Feliz 2012!

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Away.

La dulce niña con aroma de fresa espera sentada en el rincón oscuro del vacío corazón. Gime y tiembla asustada, su perfume no podrá ayudarla. Ahora no.
Sus ojos acaramelados brillan con el miedo y danzan en el interminable baile de un amor no correspondido, de un olvido que causa terror. Asustada y dormida en un profundo amor lleno de pasión busca consuelo en los ojos que un día la ofrecieron su calor.
Con la mirada perdida y cansada, con el estómago contraído y nervios aflorando, con ganas de vomitarlo todo, con el sabor de la derrota en su boca y sin ganas de seguir.
Su cuerpo está frío y agarrotado, su frente, aún así, hierve. La fiebre la está agotando, delira y gimotea allí, en el rincón dónde el amor se esfumó por vez primera.
Dentro de ella palpita su pequeño corazón, un objeto ya inanimado, casi muerto. Casi profundo, casi sentimental.
Sus ojos se clavan de repente en la sombra de él que se acerca lentamente. Casi preocupado, casi dulce.
Dentro de ella, de la joven de aroma a fresa, de acaramelada mirada y sonriente expresión, nace de nuevo aquel sentimiento olvidado y aplastado con el peso de los daños. Nace una sensación de miedo bonito, agradable quizás.
Él se arrodilla ante ella, con sus ojos chocolate fijos en los de caramelo. Algunos mechones de cabello caen decadentes sobre su rostro. Como en los viejos tiempos.
-Si pudiera ayudarte en algo...-dice, como si fuese una verdad.
La niña sonríe apenada y clava la mirada en el suelo, donde bailan las cucarachas y las mariposas se rinden.
-Ojalá nunca me miraras como lo haces. Ojalá tu mirada nunca se clavara así en la mía. Ojalá tu boca fuera de fresa, ojalá nunca mintiera. Ojalá tu recuerdo no me empuje tan lejos, ojalá tus manos se entrelacen con mis cabellos. Ojalá sintieras como todavía yo lo hago.
Entonces calla y él se aleja. La niña de aroma de fresa suspira y cierra los ojos en un intento de conciliar el sueño, sueño que ahora mismo estaba conciliando. Aún sin ella saberlo.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Últimos versos de un poema de amor.

No quiero creer que todo haya sido tan sencillo. No quiero imaginar que este verso se haya acabado, no quiero pensar en ti como un imposible inaccesible.
El poema escrito ha ido adquiriendo forma con el paso de los días, del tiempo, del tiempo que se durmió entre nuestras miradas curiosas. La nada que queda se ha mudado a mi cama, la tuya ya está ocupada.
Las calles de la ciudad en la que vivimos, la calle que compartimos se inunda de un frío olvido con aroma a turrón. Siete portales más allá te encuentras, pero para mí la distancia que nos separa es abismal. 
El puente que me lleva hasta ti puede ser una palabra, una sencilla palabra. Pero ¿cuál? 
No lo sé.
A unos pasos estoy de ti, a nada. Podría correr esta noche y dormir a la puerta de tu portal, esperarte allí todo el día. Esperar hasta el amanecer y despertar aún más cerca de ti. 
Podría desearte una feliz Navidad y huir bajo tu desconcertada mirada. Podría ser tan fácil.
No quiero, aún así, no quiero creer que todo se haya acabado. No quiero pensar en mis planes respecto a ti de forma hipotética. 
No quiero creer que este será nuestro último verso. Que mi poema, el que tanto tiempo llevo escribiendo se acabe de esta manera. Sin besos, sin abrazos, sin palabras de cariño.
Me falta tiempo, me falta papel para escribir, me falta tinta... Pero sobre todo me faltas tú. 
No puedo seguir si me faltas. No. Quise, te juro que quise, pero no puedo.
Y me niego a que este sea nuestro último verso. Este poema no puede acabar así.


Si una vela toco, 
sé que nada sentiré.
Sobre el hielo, 
bajo el sol, 
no cambiaré.
Y mi corazón responde, 
aunque no late se rompe.
Y yo sufro en realidad, 
no diréis que no es verdad.
Y aunque sé que muerta estoy, 
aún me quedan lágrimas que derramar.

La Novia Cadáver - Tim Burton.


sábado, 24 de diciembre de 2011

Jingle Bells.

Última lágrima del año, sonríe, es Navidad. Todas las luces que adornan las calles se ven reflejadas en tu corazón contraído en un último adiós. Los abrigos que tapan tu cuerpo, las bufandas que no permiten que tu cuello sea besado se arremolinan deseándote feliz Navidad.
La ciudad se duerme en un profundo suspiro de alegría mientras los niños cantan de nuevo: ¡25 de Diciembre fun, fun, fun!
Las casas huelen a comida casera y los abrazos duelen de lo que gustan. El turrón y los polvorones se comen sin hambre. Es Navidad.
Las tontas discusiones que acaban con otra copa de vino y las sesiones televisivas de lo más gracioso del año hacen que alguna que otra risa se oiga en el comedor.
Los pájaros sin bufanda pían. Las almas solitarias sonríen y las caricias deseadas se hacen audibles.
Es Navidad.
Allá a lo lejos se oye toser y la calidez de las casas quema.
Entonces, recuerdas que debes sonreír y una sonrisita nostálgica aparece en tu cara blanca por el frío. También recuerdas sus ojos y piensas, mientras empieza a sonar un villancico: "no pasa nada, es Navidad."




Feliz Navidad a todos. Os deseo lo mejor en estas fiestas y que el año que viene sea el mejor de todas vuestras vidas. Disfrutad y sed felices.

Un beso enorme,
La chica de ojos verdes.

martes, 20 de diciembre de 2011

Cartas jamás enviadas (XIII)

                                                                            Un martes con complejo de viernes.
Amado desconocido:
Hoy seré ñoña. Más de lo habitual, quiero decir.
Hoy escribiré lo que siento sin escrúpulos, exprimiré mis recuerdos y sentimientos al máximo. 
En esta carta te hablaré directamente. A ti, sin más.
No utilizaré metáforas ni seré complicada, aunque como ya sabes lo seré igual. Me es difícil no ser contradictoria, no utilizar extrañas oraciones para escribirte, para describirte.
Se me desbordan las palabras, escapan, huyen de la realidad. No quieren salir de mí. Temen tu reacción.
Aseguro haber sentido algo por ti. Te digo esto antes de nada, por si sigues pensando que no. Te juro que sí.
Claramente, no fue algo fuerte. No fue un amor verdadero de los que mueven montañas y separan las aguas de los más inmensos océanos.
Pero fue algo, un pequeño enamoramiento triste y bello.
Si piensas que soy de esas chicas enamoradas que prometen un siempre, que escriben millones de L entre paréntesis y escriben "Te quiero" todo junto y en minúscula, te has equivocado. Te has equivocado mucho.
Soy real. Quizás demasiado real, aunque también muy romántica. Muy fuerte, pero muy débil y vulnerable en temas como estos.
Si es que...¡Qué estúpida! ¿Verdad? Quiero decir, tú, un chico como tú. ¡A simple vista eras inalcanzable para mí!
A veces, sentada aquí, escribiéndote, pienso qué dirías, cómo actuarías si te entregara de verdad estas cartas. Pienso en la cara que pondrías si leyeras cada palabra escrita, cada muestra de cariño y aprecio.
No creo que siguieras manteniendo la misma postura de negación, supongo que quizás algo en tu enorme o pequeñito corazón (algo más que añadir a mi lista de cosas que no sé de ti) se revolvería y te haría sentir.
Sentir.
No consigo recordar cómo he llegado hasta aquí. No consigo darme cuenta de cuál fue la ráfaga de viento que me hizo ladear la cabeza y verte por vez primera, allí. Eras tan especial. Tan maravillosamente extraño.
Aún así, no me cabe la menor duda de que te quise. También sé que no te quiero olvidar.
El miedo me mató, me amenazó. El miedo hizo que esto fuera tan patético. Pero sí que lo intenté, luché y sigo haciéndolo. No es que te necesite para ser feliz, es algo personal. Quiero recuperar mi orgullo que quedó bajo la suela de tus Vans y colgando de tu pendiente.
Aunque no te negaré la profunda belleza de tus ojos marrones oscuros, la belleza de tu tersa piel, tus labios curvados en una sonrisa, tu espalda ancha, tu brillante pelo negro...No seguiré porque empieza a doler.
Ya para acabar, te diré que seguiré empujando un "nunca se sabe." Seguiré sonriendo al pasar por delante de tu portal, seguiré apretando con fuerza mi cara en tu recuerdo, dibujándote con mis dedos cuando empieces a difuminarte.
Todo esto por ti, y aunque quizás una persona normal debería estar llorando y lamentándose yo sonrío al acabar esta carta.
Sonrío por una simple razón: todavía no he olvidado la sonrisa que me dedicaste aquella tarde de Junio. Jamás lo haré.

Con una sonrisa en los labios y amor,
La chica de ojos verdes.

P.D: Feliz Navidad.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Contado por mis gnomos de jardín. (II)

El gnomo que ayer me decía que te olvidara, hoy me dice que siga luchando.
Los pobres gnomos de mi interior, que mucho han aguantado, caminan por mi mente susurrando cosas y saltando a través de mis sentimientos. Es bonito, es raro. Soy yo.
Atentamente escucho su voz cristalina y fina. Gritan con voz aguda: "Lucha, amiga, lucha. Lo quieres, lo quieres tanto. ¿Por qué te rindes? ¿Qué más puedes perder? Sigue adelante."
Cierro los ojos por un instante, rebusco en mi interior para encontrar la respuesta pero no hallo más que sus voces histéricas, no siento más que sus patadas en mis entrañas queriendo hacerme ver que le necesito para ser feliz.
Al fondo de mí, detrás de todo sentimiento y pensamiento, el gnomo anciano me mira con su mirada sabia y dulce. Dice: "Déjale ir, empújale fuera. Te dolerá más luchar." 
Pero ¿qué hacer? Hace tiempo que le perdí, hace tiempo que le dejé ir.
Tanto tiempo ya.
Desde que rompí las fotografías, desde que lloré por la belleza inalcanzable de sus ojos oscuros.
Quizás, tan sólo quizás, sea mejor olvidar.
Quizás deba obedecer al gnomo anciano y rendirme. Quizás. 
Jamás.



sábado, 17 de diciembre de 2011

Contado por mis gnomos de jardín. (I)

Tu guitarra negra reposa sobre tu regazo.
Nunca supe cómo tocabas, cómo acaricias las cuerdas de tu guitarra. Nunca oí tu voz al cantar. Me gustaría poder hacerlo algún día.
La noche en la que te sumes antes de dormir llama a mi puerta esperando que te acompañe, pero no quiero ir. Tú tampoco.
Si voy, si acudo a la llamada de las sábanas dónde te arropas, quizás sea más difícil olvidar tu maravillosa existencia.
La dulzura de tu voz y la delicadeza de tus labios al fumar me persiguen cada noche cuando trato de escribir algo que no tenga que ver contigo.
La noche de Diciembre se ha apoderado de mí y de las ganas de empujarte lejos, dejarte ir.
Cuando luchas por alguien es porque le quieres, porque sientes que es importante. Pero yo no lucho por ti porque te quiera, lucho por ti porque quiero quererte.
Necesito sentir que no estoy sola, que al acostarme cada noche podré imaginar tu rostro y pensar que me quieres. Aunque sea absurdo.

Los gnomos de jardín guardan en sus miradas inanimadas el olvido y la existencia de un mundo mejor. Yo guardo bajo la mía las ganas de que estés aquí, la añoranza. Tú guardas indiferencia e incomprensión.
Y una voz, quizás el gnomo de jardín que llevo dentro, me dice: "Empújale lejos, déjale ir"

Quizás tenga razón.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Purple, your colour.

Los poemas que nadie ha escrito jamás se duermen encima de la almohada sobre la que apoyas la cabeza y sueñas. Diciembre se encuentra en la flor del frío y el reencuentro.
La nube de la nostalgia se ha metido en mi corazón, dentro de poco empezará a llover. Supongo que necesitaba sentir que los recuerdos no se han ido y que queda algo más que una simple palabra de despedida.
Cuando Enero despliegue sus alas estaré lejos, un poco más de lo habitual. Los sentimientos contradictorios me acompañarán, no porque quiera, sino porque los necesito cerca de mí.
Tenía ganas de recordar viejos tiempos, de sentir que al menos siempre quedará algo de mí en ti. Aunque sea mentira, aunque ni siquiera sepas quién soy.
A veces los cafés que se sirven en las cafeterías están muy fríos, otras veces, te queman la lengua impidiéndote saborear. Algo así pasa con el amor.
A veces se siente distante y frío, otras, tan cercano e hiriente que quema. Es raro encontrar un amor templado. Al menos yo no lo encontré.
A veces se me viene tu imagen a la cabeza, pequeños fragmentos de ti que me hacen sentir un poco más viva, mucho más muerta.
Si mi memoria no falla, que no lo hace, sé que te quise. Un poco, mucho, demasiado, nada. 
Siento la necesidad de hablar contigo, de susurrarte al oído que aún no te he olvidado. Siento que es hora de que me enseñes tus dibujos, las mezclas de tus colores con tu imaginación.
Siento que eres , tú quién me puede salvar. Tú, el chico que cursaba Bachiller artístico y sonreía a la bonita pelirroja. Tú y tu color favorito. Purple.
A veces las calles que compartíamos se me estrechan, me ahogan en tu mirada haciéndome sentir que estás tan lejos, que eres tan imposible.
A veces el humo de tu habitual cigarrillo cala en mis costillas y me impide respirar. Sólo a veces me causa una sonrisa tonta y bonita.
Cuánto más ridículo suena, más duele.
Y es que siento que esta nube de nostalgia incontenida me hunde en la belleza de las palabras que nunca te dije.
El valor que se esfumaba cada vez que te veía, los recuerdos que ahora me golpean en la nuca.
Quisiera que volviera el tiempo perdido, el tiempo que se esfumó entre los acordes de todas las canciones que te dediqué. Como aquel 24 de Agosto, como aquel verano caluroso y más que doloroso en una ciudad distinta esperando tus señales, anhelando tu respuesta.
Ya sabes, ya sabéis, a veces, en días como estos, duele cada aleteo de mariposa, cada palabra no dicha, cada segundo desperdiciado.


Vans negras gastadas, gorra blanca y negra, abrigo rojo, flequillo tapando uno de tus hermosos ojos, sonrisa preciosa, cigarrillo en mano, skate bajo tus pies, pendientes en la cara. 
¿Sigues esperando que te olvide?



miércoles, 14 de diciembre de 2011

Acordes de Mark Knopfler.

Se miró en el espejo durante unos segundos. Su pelo claro ahora estaba oscurecido a causa de la mojadura que la había sorprendido de vuelta a casa. Su piel blanca estaba enrojecida por el frío al igual que sus ojos, que a parte de enrojecidos, estaban hinchados y brillantes.
El frío no era el causante de esto último.
Abrió el grifo de la ducha y se desvistió mientras el agua calentaba. 
Una vez dentro dejó que el agua fluyera por su cuerpo aún temblando por el frío y por algo más. Cerró los ojos y dejó que el agua le empapara el rostro. Frotó sus ojos intentando quitarse todo resto de maquillaje.
Agarró el bote de champú y empezó a lavarse el pelo enmarañado y lleno de nudos con una cantidad excesiva de producto. 
El olor del champú le resultó cálida y extrañamente familiar. Ese olor le traía recuerdos, recuerdos de los que no estaba segura querer olvidar.  
Se enjabonó el cuerpo y se aclaró el cabello. Cuando hubo finalizado se sentó en la bañera de rodillas, evitando así que los pies se le enfriaran.
Desde ahí, se sentía pequeña e inofensiva. Apoyó la cara en la pared mojada y fría y quiso cerrar los ojos pero no pudo.  Deseaba desaparecer en ese preciso instante, poder escurrirse por el desagüe como los restos de gel y champú. Deseaba ser una esponja para que alguien la apretara con fuerza y poder sacar así todo el dolor de su interior.
Era frágil y pequeña. Callada y soñadora. Bella y rara.
Su mente volaba lejos, alto. Con un nudo en la garganta deseó poder dormirse eternamente, supo que era imposible. O no.
Cansada de soñar y no alcanzar, cansada de volar para luego aterrizar. Cansada de llorar para más tarde reír.
Ambicionando algo mejor, deseando imposibles.
Cerró el grifo con un fuerte giro y se puso en pie bruscamente, tanto que sintió un mareo.
Alcanzó una toalla y se secó la cara con ira mal controlada. Ojalá secándose así pudiera retener las lágrimas que estaban a punto de salir. Ojalá.
Cuando acabó de vestirse con su viejo pijama, abrió la ventana. Ya no llovía.
Desde ella podía ver un árbol desnudo y mojado. De sus ramas goteaban pequeñas gotas de lluvia pasada.
Respiró el olor a otoño y cerró la ventana de nuevo. 
Al mirarse al espejo volvió a ver a la misma joven de piel blanca y ojos enrojecidos.


Quiero irme de aquí y disfrutar de la belleza del ya casi finalizado otoño.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Silvertown Blues.

Una guitarra solitaria y llena de polvo descansa contra la pared.
Cada mañana, cuando me arreglo para asistir a un monótono y aburrido día de clase la veo allí. Encima de ella hay un gorro de lana negra y una cazadora de cuero negra. Son recuerdos del pasado mejor de mi padre.
Cada mañana ignoro la estampa con una mueca de pena y salgo de casa dirigiéndome hacia clase.
En esta ciudad hace tiempo se perdió la esperanza y la ambición. Nadie sueña, nadie busca. Todo es aburrido y cansino.
Las calles están llenas de trabajadores que odian su trabajo, de amas de casa frustradas y conformistas. Los niños sueñan a lo grande sabiendo que no lo conseguirán.
El olor de esta ciudad se asemeja al de una casa abandonada, llena de telas de araña y carente de cariño.
Mis pasos suenan pesados contra el suelo de la ciudad que me vio crecer pero no nacer. Mis pensamientos vuelan ajenos a los problemas y al cómodo conformismo de este lugar.
La mochila llena de libros, apuntes y bolígrafos cada vez pesa más y sirve de menos. El frío cala en mi abrigo uniformado y la lluvia moja mi falda bien planchada.
Hace tiempo que no me importa. Hace tiempo que sé que no pertenezco a este sitio.
Aquella mañana de frío Febrero, como siempre, contemplé aquella esquina en el estudio de mi padre donde descansaba la guitarra y lo demás.
Sonreí y me acerqué a ella. Me probé el gorro de lana y la cazadora negra. Sonreí con tristeza al contemplarme en el espejo. Aquello era lo que quería ser. Una suicida recorriendo carreteras a pie con una guitarra y un cuaderno de notas como compañía. No creo que sea una buena ambición, pero es la mía.
Dentro de mí surgió un sentimiento vagamente familiar de inconformismo e ira. Creo que me llamaba, me buscaba. Supongo que cuando sueñas con algo que tienes tan cerca el sueño te toca, te acaricia, te anima.
Me arranqué el uniforme escolar, sonriendo y riendo. Cualquiera que me hubiera visto hubiera pensado que estaba loca. Seguramente lo estaba. En ese ataque de loca alegría fui feliz por un instante. Feliz.
Cambié mi falda por unos vaqueros gastados y mi jersey granate por uno amplio y negro.
Agarré la guitarra y huí. Simplemente me largué. Así, sin más. Sin planes, sin nada más que una guitarra.
En la mesa de la cocina dejé una nota. Decía algo así como:
"Esta ciudad está llena de perdedores, yo me largo de aquí para ganar" Bruce Springsteen.
Bajé la carretera sonriendo. A veces la respuesta está en abandonar.



Ya sabréis que esta entrada no narra un hecho real completamente. Pero sí en cierto modo guarda una verdad.
No soy una persona muy apropiada para dar consejos. Mi forma de pensar ha hecho que muchos me tachen de loca y extraña. No me importa.
Aún así, os daré un consejo que ya os di en una ocasión: Huid, lejos. Jamás os conforméis. No dejéis que la gente, la vida, el amor os gobiernen. Nada. Sed libres, agarrad esa guitarra y corred. Corred antes de que la sociedad os atrape en su garras como a otros.
Suerte amigos, suerte. Espero que os acordéis de mí cuando os alejéis.

viernes, 9 de diciembre de 2011

He is not coming back.

Ahora la radio vuelve a sonar. La música vuelve a empapar. La lluvia hace sonreír.
Estoy tan viva.
Quiero mostraros, haceros ver que la felicidad ha llegado.
Ya es Diciembre, las hojas se han caído y el suelo se ha helado. El mar se ha tranquilizado y la arena está limpia.
¡Abre tus ojos! ¡Estamos tan vivos!
Las luces de las calles, las sonrisas de la gente. Los cafés calientes y las mesas manchadas de chocolate y azúcar.
Los paisajes congelados, las heladerías cerradas y abiertas las librerías.
¡Abre tus ojos, él no va a volver!
Ya ha acabado la tristeza, no hay cabida para una solitaria lágrima.
Sabes que es feliz, sé tú también así. Feliz.
La ciudad ha caído bajo tus pies, el corazón se ha reconstruido. La Señorita Rock n' Roll vuelve a cantar.
¿Qué puede salir mal?
Es ahora cuando vuelve a sonar esa vieja canción que habla de esperanza e ilusión. Es ahora, ahora cuando las luces de tu solitario y gastado corazoncito se vuelven a encender.
Ahora recuerdas la calidez de su mirada y es ahora cuando piensas, mientras caminas hacia el lugar donde le viste por primera vez, el lugar que casi, tan sólo casi te mata: 
"No va a volver, pero yo sí."



miércoles, 7 de diciembre de 2011

Don't go away.

Te grité. Grité para que te quedaras. Elevé tanto la voz para que me oyeras...
No quería que te fueras, no. Jamás.
Sólo quise retenerte un poco más, un día más cerca de mí. Pero el tiempo se ha ido. Todo se ha ido.
Adiós. Un beso. Una K entre paréntesis.
Un adiós que quema.
¿Y qué más da lo que digas, cariño? Dime qué me importa a mí que no me quieras. Si lo único que quise fue tomar tu mano por un instante. Por una milésima de segundo.
Y dime, dime por favor por qué. Dímelo. Dime por qué tú y no otro.
Dime por qué tus ojos son tan hermosos, tan luminosos, tan perfectos. Dímelo, por favor.
Y dime por qué te fuiste. Dime por qué no pudiste comprender lo incomprensible.
Dime por qué ya no estás. Dime por qué te fuiste así. ¿Por qué?
No entiendes lo que duele, no sabes la soledad que siento cada mañana.
Tú no sabes nada. Piensas que no entiendo nada y el único que no entiendes eres tú.
No sabes lo que ahora mismo siento. Tú no eres capaz de comprender que aquí dentro se enciende una chispa cada vez que apareces.
No quiero derrumbarme. No quiero llorar. Pero tampoco quise que te fueras y ya no estás.
Ojalá fuera todo más sencillo, ojalá no fuera tan sensible y estúpida.
Ojalá no te hubieras ido. Ojalá pudiera haberte oído tocar tu guitarra Fender y oír tu voz al despertar. Ojalá nunca la hubieses conocido.
Ojalá recordaras mi nombre. Ojalá todas tus fotos no fueran tan bonitas.
Ojalá no fueras el chico perfecto que llevo buscando toda mi vida.
No encuentro las palabras. No encuentro nada que me pueda ayudar.
Sólo puedo sentarme a recordar lo especial que eras, lo mucho que te echo de menos.
Yo sólo quería que te quedaras. Yo sólo quería verte cada día.
Sólo quería que no te alejaras así, sin más.


Necesito tiempo, pero ya no tengo. Necesito oportunidades, pero se han acabado. Necesito más voz para gritarte, pero no sirve de nada.

martes, 6 de diciembre de 2011

Cartas jamás enviadas (XII)

                                                                            Una noche de martes extraña.
Amado desconocido:
Sé que esta carta la escribo a deshora, sé que no es el mejor momento. Lo sé. Pero hoy, ahora, más que nunca siento la necesidad de decirte esto.
Esto que llevo guardando, enterrando bajo palabras durante tanto tiempo. 
Esto que me impide conciliar el sueño en noches como esta, cuando la nostalgia aprieta fuerte en la garganta y las lágrimas quieren escurrirse por mi mirada.
Sé que no recuerdas ni siquiera mi nombre, sé que ni siquiera recuerdas mis palabras. Sé que la quieres, mucho.
Sé que es imposible. Sé que fue estúpido, ridículo, casi gracioso. Tan sólo casi.
Sé que no. Sé que nunca. Sé que jamás.
No sé lo que siento. No sé ni siquiera si siento. Pero...¡Oh, Dios! Ahora mismo me encantaría que estuvieras aquí, no como un hermano, no como un amigo, no como mi pareja.
Quiero que estés aquí como siempre, distante, frío, hermoso. Quiero verte, saber que si alargo mi brazo puedo tocar el tuyo.
Quiero poder hablarte y decirte que aunque tú sí, yo no te he olvidado. 
Quisiera que supieras que empiezo a dudar de esto. No me creo capaz de olvidar(te).
No veo la necesidad de ponerle un nombre a este sentimiento. No es necesario.
Amor, tontería, locura, capricho... ¿Qué más da? ¿Acaso por ponerle un nombre diferente duele menos?
Duele igual. Aunque tampoco creo que sea dolor lo que ahora siento. 
Suspiro. 
Creo que no todas las mariposas de mi estómago se han dado por vencidas. Aún sigue revoloteando alguna que me recuerda cada noche la belleza de tus ojos oscuros.
Aún queda alguna valiente que me incita a seguir, aunque sólo sea por tu sonrisa. Aquella que tanto me gusta.

Con sueño y sin ganas de dormir, 
La chica de ojos verdes.

P.D: No te olvido. Las mariposas tampoco.



lunes, 5 de diciembre de 2011

La Señorita Rock n' Roll. (Final)

Ahí estaba Alicia de nuevo. Subida en un escenario, cazadora negra y pintalabios rojo. Pelo alborotado y sonrisa ancha y preciosa.
En sus manos llevaba la guitarra, no había querido sustitutos. Ella sería la guitarrista, la nueva y definitiva guitarrista. 
No quería recordar, no quería sentir.
Alejandro se había ido. Con él se llevó el pasado y sus besos.
Como única despedida, un beso bañado de alcohol y tabaco y una nota en la que se leía con tinta negra y letra torpemente trazada:
"La Señorita Rock n' Roll no puede morir. Te quiero"
Aquella última noche había perfecta, realmente hermosa. Todavía guardaba en su boca el sabor de aquel beso lleno de deseo y del champagne barato.
Pero el pasado se había ido y con él las lágrimas y el olor a alcohol.
Un año después, Alicia seguía en los escenarios. La Señorita Rock n' Roll no se había rendido.
A veces, cuando la nostalgia llamaba a su puerta, sacaba el cordón del que colgaba la púa, su primera púa firmada por él y ella. Sonreía y miraba entonces, la foto.
Sí, aquella foto que colgaba en su camerino. Ya no lloraba. Pero sí que dolía, un poco, aunque nada que no pudiese curar la música y su fuerza.
A veces, creía ver su rostro entra la gente. Pero sabía que eran fantasías, él se había ido y con él el dolor.
Él se había ido, y con él, esta historia.


La historia ha finalizado. Aún así, estoy trabajando en una historia mucho más ampliada que lo que he colgado en el blog. Quiero hacer de esta historia algo grande y precioso.
He de admitir, que de todas las historias que he escrito, ésta ha sido, sin duda alguna la que más me ha emocionado.
La Señorita tiene mucho más que contar y lo hará. No lo dudéis.
Por último, quiero dar las gracias a todos los que la seguisteis de cerca y leísteis esta pequeña historia.
Y especialmente, gracias a Jack Redfield por haber hecho de esta historia algo mágico y por colaborar en la elección del nombre de la Señorita.
Gracias, de todo corazón.


La chica de ojos verdes.

Estupideces, sí, pero ciertas.

Hay cosas que uno no espera ver jamás. Bueno, puede que si esperara ver pero no quisiera ver. De todos modos es lo mismo, o casi.
Ya sabéis a lo que me refiero. Uno no espera ver jamás a un familiar muerto, por ejemplo. Quizás ni siquiera pensara que ese familiar pudiera morir. Siempre mueren los demás, nunca la gente cercana.
Tampoco nadie espera ver cómo un gran amigo te rechaza o como la vida te da tal bofetada que lloras durante meses.
Son cosas que pueden pasar, pero nadie espera que pasen.
Todo esto os lo cuento, para contaros lo que de verdad quiero contar.
Todo el mundo espera que su primer amor sea bello, romántico, perfecto. Es algo curioso, ya que sabemos que la perfección no existe. Eso nos han dicho siempre ¿verdad?
Todo el mundo espera que la persona de la que está enamorada corresponda ese sentimiento. Todo el mundo espera algo así, o por lo menos lo desea. Es algo tópico, algo que es así porque sí. Sencillo y llano.
El problema está cuando nuestros planes se rompen, cuando de repente no pasan las cosas como uno espera que pasen.
Aún así, seguimos teniendo ciertos recursos. Empezamos a decir expresiones típicas tales como: "Todos son iguales", "En el amor nada es perfecto"...
Buscamos un hombro sobre el que llorar y nos encerramos en casa durante semanas comiendo dulces y mirando a las paredes como si éstas nos fueran a solucionar todos los problemas.
Es curioso, ciertamente lo es.
Cuando todo esto empezó no esperábamos que pudiera pasar algo así. Esa persona era especial, diferente, perfecta, entrañable.
Pero meses más tarde te encuentras en la misma situación que una protagonista de una de esas películas americanas donde comen helado a cucharadas.
Nadie se espera eso.
Los recursos, en cambio, se acaban cuando todo lo que no te esperabas pasa pero delante de ti.
Sí, ya sabéis. Un familiar puede enfermar y morir. Pero nadie espera ver a ese familiar morir. Nadie se espera ver el cuerpo inerte de ese familiar delante de ti.
Nadie espera salir a la calle intentando olvidar y ver a esa persona especial, diferente, perfecta, entrañable con otra tan perfecta como esa persona. Ver su felicidad.
Entonces los recursos se acaban, la imagen está en tu cabeza. Todo se ha roto como un cristal azotado contra una pared.
¡Adiós, ilusión. Adiós, amor!

No sé por qué cuento esto. No me gusta contar las cosas de esta manera, sin metáforas ni complicaciones.
Bueno es invierno, o casi y tengo la nariz fría, comprended que se me acaben las ideas.
Espero que os haya gustado esta estúpida reflexión nocturna, y recordad, cuando llueva, el paraguas es el mejor amigo.


Lo último sobraba...

domingo, 4 de diciembre de 2011

Mi ídolo.

Todos tenemos a alguien que sigue ahí cuando todos se han ido. Alguien que, sin estar en persona, te ayuda más que cualquier conocido.
Todos tenemos a una persona que no conocemos pero respetamos e incluso adoramos por encima de todo.
Alguien que sigue ahí cuando todos se han ido.

Él es quien nunca me abandona.
 Su música es la que me cura, la que me permite ser libre, con la que puedo llorar, reír y escribir. 
Gracias a su música escribo.



Él es Robert Smith, líder de la banda The Cure.
Esta entrada es para él.
Y para todos vuestros ídolos.
Para todos los que siguen ahí cuando los demás se han ido.
Gracias, de corazón.














Todas las fotos están sacadas de aquí y de aquí 


sábado, 3 de diciembre de 2011

Todos estamos muertos.

Os creéis muy vivos. Sí, os creéis que estáis vivos. Decís vivir.
¡Qué equivocados estáis!
Acudís a antros llenos de gente, os mezcláis entre la muchedumbre. Movéis vuestros cuerpos y extendéis vuestros brazos. Vuestros olores se mezclan con los demás. El ruido que producís crece cuando se junta con el resto.
Bebéis, bailáis, os relacionáis. Por ello decís vivir.
¡Qué ridículos!
Algunos, incluso, decís amar. Otros soñáis, otros, en cambio, vivís vuestro sueño.
Utilizáis expresiones tales como: "Vive la vida", "Disfruta del momento". Ello os hace sentir vivos, realmente creéis tener vida.
Yo os digo que estáis equivocados. Todos estamos muertos. 
Nuestros brazos imploran vida, nuestras bocas buscan aire. Nuestros corazones bombean sangre en busca de ayuda. Buscamos la solución a nuestro dilema divagando, reflexionando con nuestros cerebros.
Ninguno vivimos realmente, a nadie se le concede el don de vivir. No nos está permitido.
El amor nos desgarra, la libertad nos frustra. Los sueños jamás serán alcanzados.
Lo imposible existe. El silencio nos consume, la verdad duele. ¿Acaso seguís diciendo que vivís?
Cuando las lágrimas se derraman y el miedo asoma por la ventana. Cuando el olvido siempre os acompaña. Vida, vida... Eso no es vida.

Disfrutad de la muerte mientras podáis, cuando la vida llegue os obligará a respirar.





viernes, 2 de diciembre de 2011

Cartas jamás enviadas (XI)

                                                                     Un lluvioso y frío día de Diciembre.
Amado desconocido:
Hola. Hace tiempo que no te escribo, hace mucho tiempo que estoy ausente, casi tanto como tú.
He de decir, antes de escribir todo lo que quiero escribir, que me cuesta, que estoy controlando mis manos para no escribir lo que de verdad te quiero decir.
Eras tan especial.
No sé por dónde empezar, no sé qué escribirte que no te haya escrito ya. Me aburres, me aburres mucho.
Debería escribir algo maravilloso, tendría que dominar las palabras para crear belleza, crear delicadeza y suspiros con simples y llanas palabras. Tendría que dedicarte las más bellas palabras jamás escritas, poder dominar mis sentimientos y plasmarlos, hacer que las musas acudan y me tiren del pelo todavía mojado.
Debería escribirte, debería hablarte, debería controlar mis escalofríos, controlar el temblor de mi labio inferior y enterrar a las mariposas medio muertas de mi estómago.
Debería poder hacer tantas cosas que me impide tu silencio. Tu tranquilidad consigue ponerme nerviosa, consigue que me sea inevitable controlar estos temblores en mis manos.
Eras tan especial.
Tu cuerpo sereno y rígido, tus labios sellados en un profundo e insonoro no. La lluvia caía con fuerza, intentaba borrar mi sonrisa. Casi lo consigue. 
Eras tan especial.
No soy capaz de escribir más, jamás pude dominar mis sentimientos. Soy una de esas personas extremadamente sensibles que sufren demasiado, ríen demasiado, sienten demasiado. Soy una de esas personas denominadas especiales con las que poca gente quiere amar y compartir. Lo sé, soy consciente de mis conflictos interiores, de mis lágrimas a deshora.
Hace tiempo rompí todas tus fotografías, las tiré e intenté olvidar tu existencia. Hace tiempo te lo conté ¿recuerdas? Era verano y el calor resplandecía en mi piel, mojaba mi tristeza.
Pero ya es Diciembre y mi cuerpo tiembla con el frío. Y ¿para qué engañarme más? Te echo de menos, más de lo que me gustaría.
Eras tan especial.

Con el pelo mojado y las manos temblorosas,
La chica de ojos verdes.


P.D: Me gustó que estuvieras solo, aunque sé que no lo estás.