domingo, 17 de julio de 2011

Desear cosas imposibles.

Desear. Imposible. Incapaz. Mortal. Efímero. Sueño. Recuerdo.
Recuérdalo, recuerda aquel día. Estábamos sentados en la hierba, alegres, jóvenes y esperanzados.
Recuerdo aquella sonrisa como si el tiempo la hubiera difuminado.
Era una bonita tarde de primavera, el sol desaparecía lentamente mientras sentía tus caricias invisibles. Aquella mirada que me hacía temblar de placer, la sentía tan dentro de mí.
Era entretenido desear cosas imposibles mirando las nubes que llegaban y reemplazaban al sol.
Sí, recuerdo bien aquella época de susurro y de ternura al atardecer. Me decías tantas cosas, cosas que ni siquiera me atrevo a escribir sobre el amor y la realidad. Verdades tan bellas y relucientes.
Pero recuerda como llegaban las nubes, en especial aquel día de Septiembre. 
Llegaron suaves y esponjosas y las recibimos con risas y júbilo.
Pero después de su llegada jamás permitieron al sol brillar de nuevo. Aquellas nubes acabaron con todo. 
Aquellas nubes sólo me permitieron susurrarte un adiós con lágrimas en los ojos.
Recuerda aquellos días que nunca volverán, aquellos deseos imposibles que solíamos recitar.
El cielo jamás debió de permitir que aquellos días acabaran.









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