domingo, 26 de febrero de 2012

"Cúrame los fracasos con una sonrisa."

En sus pupilas guardaba fantasmas de caramelo que bailaban en el abismo entre sus azules iris y sus largas pestañas adornadas con pegotes de rímel reseco. En sus manos descansaban luciérnagas de luz blanca y pequeñas mariquitas rojas y negras revoloteaban en sus muñecas dulcemente.
Ella era un romancero y una novela negra. En sus cortas y regordetas piernas se guardaban los secretos del origen del Universo y en sus pies las Lunas de Orión sonreían con melancolía.
Enseñaba mucho los dientes, pero sonreía poco.
Caminaba por Madrid con la esperanza de que alguien le robara unas cuantas sonrisas, la invitase a tomar un café y le recitara una poesía.
Caminaba por Madrid con una vaga ilusión adornando en sus cabellos color miel y con pasos cortos y torpes. Esperaba que así, alguien con hoyuelos en las mejillas le abrazara en la distancia y le curara los fracasos que rodaban por sus mejillas sonrosadas y suaves. 
Ella era un grito desesperado y una canción triste sonando en un bar de carretera tan sólo escuchada por una joven y frustrada camarera. Ella era una novia llorosa el día de su boda y una anciana que llora sola en el supermercado.
Ella era un cartel en la frente que dice: "Cúrame los fracasos con una sonrisa"

Hazlo.


Para mi pequeña Charlotte, la de las patitas rápidas y la cabecita curiosa. Te echaré de menos.

viernes, 24 de febrero de 2012

Sweet.

Quizás ni siquiera sepamos el camino cuando ya estemos de vuelta y quizás toda la vainilla de tu piel se derrita cayendo por tus mejillas sonrosadas como una dulce cascada de melancolía.
Después de todo, somos notas de piano. Somos frágiles y temblorosos y nuestras voces no alcanzan a gritar más allá de unos escasos centímetros de sueños deshechos y coloridos.
Al fin y al cabo, nuestras lágrimas se componen de ilusiones tan olvidadas que se convierten en agua, pero sólo en invierno, pero sólo los domingos.
Yo ya lo sabía. Claro que lo sabía. Yo ya sabía que nada de lo que te dijera un guitarrista vestido de negro puede ser bueno, yo ya sabía que las promesas que se recitan cuando amanece suelen acabar rotas. ¡Qué gracioso, como todos mis poemas! Yo ya lo sabía, sí, ya sabía que los ojos color chocolate y el pelo azabache son demasiado mentirosos y demasiado bellos. Ya sabía que unos ojos verdes no tienen nada qué hacer contra unos ojos tan tan cálidos.
Y sí, las palabras ayudan cuando el frío se acomoda en tus manos blancas y pequeñas. Los versos cascados de aquel verano  estrellado ayudan a sobrellevar esta existencia un tanto absurda e insulsa.
Si en el fondo, nada de lo que se escribe deja huella, todo se esfuma blanquecino y nuboso sin ni siquiera regalar una sonrisa tímida.
Esto ya lo sabía, sí, ya lo sabía.




La vainilla de tus mejillas debe estar deliciosa.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Días inexistentes.

Son días vacíos en los que nada es capaz de llenar el espacio entre tantos sentimientos dispares. Son días llenos de nada, llenos de aire que se comprime en el pecho y te impide respirar.
Deberíamos poder llenar cada vacío con una sonrisa. Deberíamos evitar el color negro aunque sea tan atrayente.
Son días que sólo se curan con una canción, unas palomitas y un pijama. Son días llenos de lágrimas sin sentido que te reconfortan y te duermen. Por fin te duermen.
Son días de agobios y temblores, de sonrisas que no llegan y de despertadores que suenan demasiado pronto.
Son días en los que da miedo acostarse en la cama siempre vacía, sin nadie que te abrace y te diga "Todo saldrá bien." Aunque en el fondo sepas que es mentira.
Son días demasiado fríos, días en los que te reconcomen sentimientos de nostalgia y vaga tristeza histérica y desesperante. Son estos días en los que todo da igual pero temes, temes que no haya un mañana para poder hacer lo que hoy deberías.
Son días de versos rotos y gastados, de sueños que no vuelan amenazados por el estúpido día a día.
Son días en los que sólo te levantas para esperar a que llegue la noche y volver a dormirte en un mundo demasiado idealizado y lleno de ilusión cascada.


Estos días deberían ser inexistentes.


Me creeré ese cuento de que me preocupo por tonterías y que todo saldrá bien.

lunes, 20 de febrero de 2012

February again.

Las palabras tiemblan en mi garganta como recuerdos colgantes de una hoja a punto de caer. Las calles se han teñido de colores llamativos y huele a fiesta.
Los noto, noto los sentimientos fluir por mis venas, llenando mi cuerpo de escalofríos llenos de emoción. Si cierro los ojos puedo sentir la ternura con la que acarician mi interior y como luchan unos con otros, intentando ganar y llenar mis ojos de calidez incontrolable.
Entonces, una ráfaga de tranquilidad me inunda por dentro, seda mis emociones y me hace sentir como una burbuja flotando en el aire. Tan frágil, tan suave, tan sensible y tan vacía. 
Siento que mi vida es como una especie de humo sin olor que cala en las ropas y en el corazón y duele.
Todo gira a mi alrededor como una espiral y me marea. Me mareo sólo al pensar en el tiempo que se fue sin dejar huella, en los años, en los minutos y en las sonrisas que se enterraron bajo recuerdos y olvido.
Ojalá pudiéramos volver atrás. Ojalá todo lo que pasó se guardará en una caja y pudiéramos abrirla siempre que queramos.
Ojalá no sintiera esta nostalgia cada 20 de Febrero.


Un año más a mis espaldas. Cumplir años es maravilloso.

sábado, 18 de febrero de 2012

Run away.

Tus pestañas se enredaban entre sí, se abrazaban asustadas y permanecían quietas a la espera de un poco de calor. Tenían miedo y, asustadas, temblaban con el frío.
Tú corrías. Corrías muy deprisa y tus cabellos se revolvían con el viento que rompía en tu piel. Corrías sin motivo aparente, aunque yo sé que huías, huías porque siempre odiaste este lugar de sonrisas falsas y canciones de moda. Siempre odiaste los domingos y las mañanas tirado en la cama sin nada qué hacer.
Hablabas muy rápido y tus palabras se comían unas a otras cuando me intentaste explicar el porqué de tu huida.
Hablabas de un mundo maravilloso, de todos los sueños que querías cumplir y de todo lo que podrías conocer si te largabas de aquí lo antes posible. Hablabas de una estúpida sociedad y de un estúpido conformismo y te reías de todo aquel que conocías.
Y corrías, sí, corrías.
Jamás te creí. Jamás te creí porque supe que todo lo que decías era falso, prometías mucho, tanto como yo ambicionaba. Además, sobra decir que yo te quería y ello conllevaba confiar en que jamás me abandonarías.
Un día, de esos muchos en los que tú corrías sin ninguna dirección y hablabas de todo y de nada, observé que tu maleta ya estaba llena y que había muchas cartas encima de la mesa. Observé que con cuidado y con tu siempre prisa, escribías algo en cada carta. No sé que escribías, no quiero saberlo.
Te reías, reías alto y con una risa nerviosa. Tuve miedo y en un susurro pregunté el por qué de esa extraña situación. Quería saber si de verdad había llegado la hora.
Tú simplemente cerraste la maleta y me acariciaste la mejilla. Ya no reías, ya no corrías.
Con tu maleta en la mano y una tímida sonrisa volviste a darme otra oportunidad, una última oportunidad que rechacé con miedo y llanto.

Entonces, volviste a correr.


Todavía guardo alguna de tus asustadas y caídas pestañas. Ojalá no tuviéramos tanto miedo.


La canción perfecta para huir.

jueves, 16 de febrero de 2012

White Nights.

La noche era extremadamente blanca cuando tus labios se curvaron en una sonrisa torcida. La luz de la luna era blanquecina y brillante como tu piel y tu risa suave y musical.
Tu voz sonaba cristalina y entrecortada, parecía provenir de otro mundo en el cual los pájaros siempre cantan y las mariposas no vuelan, bailan.
Fue divertido dibujar círculos en tu espalda, dibujar vidas ajenas que en realidad son eso, círculos cerrados. Pero ellos lo ignoran. 
Contar tus lunares no fue tarea fácil, aún así salí victoriosa y en apenas unos minutos cada lunar había sido acariciado por mis siempre temblorosas manos.
Cuando la noche llegaba a su fin, también lo hacían nuestras miradas y nuestras sonrisas silenciosas. Poco a poco fuimos cayendo en el enredo de las sábanas causado por una estrella caída. Ambos sabíamos que al amanecer nuestros destinos se separarían y nuestras huidas nos llevarían a aquel lugar donde la noche, dicen que es oscura y dicen que es imposible contar cada estrella del cielo. A aquel lugar en el que existen días grises y soleados y donde del cielo caen gotas de agua fría cuando las nubes se enfurecen.
Si hubieras, al menos, dormido más cerca de mí no sentiría ahora el frío en mi nariz, ni los escalofríos nerviosos recorriendo mi cuerpo como mis dedos lo hicieron por tus brazos.
Podrías, al menos, haber posado la cálida palma de tu mano sobre mi mejilla y robarme un poco, tan sólo un poco de frío.
Suspiro...


Hubiera sido más divertido si hubiese sido eterno.



lunes, 13 de febrero de 2012

Cartas jamás enviadas. (XV)

                                                                      Un lunes lleno de mariposas y sonrisas.
Amado desconocido:
Yo no lo entiendo. ¿Tú sí? No entiendo nada, absolutamente nada de lo que mi interior se trae entre manos.
No entiendo el porqué de tu vuelta, ni el porqué de tu mirada. No entiendo a las mariposas en mi estómago ni a las sonrisas inundadas en lágrimas de alegría.
Y puestos a entender, no entiendo a tu rico y delicioso olor, ni a tu piel perfecta y morena, ni a tus manos de guitarrista frustrado...
Es curioso, que la vida cambie tanto y que sigamos en el mismo lugar, a la misma hora de siempre. Como si todo siguiera igual, como si nada hubiera ocurrido y todo lo que importara fuera la melodía de tu risa.
Es curioso que las mariposas ya muertas hayan resucitado por el simple hecho de tenerte a unos centímetros de mí, que tu presencia me golpeara de nuevo entrecortando mi respiración y acelerando el ritmo de mi corazón.
No lo entiendo, repito, no lo entiendo. Después de tanto tiempo, querido, después de tanto tiempo esperando lo que jamás llegaría, esperando algo tan imposible como bello, después de tanto tiempo sigue siendo igual. Tan agridulce y tembloroso como siempre.
¿Qué se le va a hacer? Estas mariposas nerviosas se alimentan de cualquier cosa. Se alimentan de nuestra (mi) canción, de una mirada tímida, de tu camisa a cuadros, de tu aroma, del brillo de tu cabello, de un recuerdo casi olvidado, del pasado que añoro, de las vueltas que das mientras esperas, de tu gorra, de tus pestañas, de tus pasos...
Las alas de estas mariposas son tus ojos, el cuerpo de estas mariposas es el tuyo, su bonito color es la dulzura de tu voz. Por eso te pido, por favor, por favor, te lo pido con las mariposas revoloteando en la garganta:
No las destroces, no las hagas más daño. No permitas que mueran, mantén vivo cada movimiento de sus alas, alimenta su corazoncito con tu presencia. 
Por favor, por favor te lo pido, no te vuelvas a ir.

Con gran alegría y temor,
La chica de ojos verdes.

P.D: Gracias, ya tenía ganas de verte.


Un año más sin ti, descansa en paz.

viernes, 10 de febrero de 2012

Grey sky.

Entonces, cuando el cielo se bañe en plata, te arrepentirás del pasado. Desearás con todas tus fuerzas que aquellas palabras no fueran pronunciadas de nuevo, que no se clavaran como espinas rosadas en tu piel.
Recuerda que, a pesar de lo que tu corazón palpitante susurre, la noche siempre cae como un gran peso sobre tu cabeza y tus deseos imposibles ni siquiera verán la luz tan cálida en la que te camuflas.
Yo ni siquiera había pensado en cada bocanada de aire expulsada por tu boca ni en los efectos del vaho huido de tus labios. Ni siquiera se me había pasado por la cabeza que el invierno calara de esa manera en tus pupilas.
¿Acaso no has sentido que tu bufanda no era suficiente?
Ahora que todo el cielo ha sido taponado por grandes copos de algodón y ahora que jamás regresará el Sol he de soñar con algún lugar mejor, lejos de la falsa dulzura de tu piel y de las grandes dudas sobre el jamás.
Antes de huir carretera abajo, me gustaría decirte unas palabras, sí, esas palabras que nunca quisiste escuchar y tampoco leer. Esas palabras que te harán lloriquear y balbucear temeroso del futuro que te esperará sin una voz fina a tu lado cada noche.
Esas palabras que tú serás incapaz de escuchar y que yo soy incapaz de escribir.


Esas palabras que hablan de un invierno frío sin...
 ...ti.

miércoles, 8 de febrero de 2012

¡Felicidades! 9 de Febrero, un día especial.

Yo no recuerdo el primer día, el día en el que todo empezó. Creo que tú tampoco.
Éramos tan jóvenes y alegres, tan pequeñas y a la vez tan mayores. Todo era tan fantástico y bonito, las risas nacían de nuestras gargantas como cascadas de agua en Abril. Tan inocentes e ingenuas.
Poco a poco hemos ido creciendo y aprendiendo. No siempre ha sido divertido, pero sí ha sido maravilloso.
Pero es que todo a tu lado es maravilloso.
Ahora recuerdo cada momento vivido a tu lado y se me empañan los ojos de lágrimas al revivir con la memoria todo lo que quedó atrás, enterrado entre paseos a Begoña, camisetas de grupos y conversaciones eternas.
Tardes enteras colgadas al teléfono hablando de tonterías y llorando por estupideces.
¿Recuerdas aquel verano tan bonito para ti y tan triste para mí? Tardes de sábados soleados encerradas en casa hablando la una con la otra de un futuro que ahora es un presente.
Aquellos días en los que no importaba nada salvo esas pequeñas cosas que nos hacían sonreír, tardes entre trabajos de Biología y patatas fritas. Tardes de risas sin sentido y malhumor contenido.
Frías tardes en la parada de un autobús al borde de las lágrimas.
Estoy segura de que recuerdas todo esto, estoy segura de que no se te ha olvidado ni un sólo momento de todos los que vivimos. Ni un sólo abrazo ni una sola tontería.
Quiero creer que jamás olvidarás las clases de Plástica en las que pasábamos horas sin hacer nada y aquellos recreos en un corro de gente donde éramos extrañas.
¿Y cómo se me iban a olvidar aquellas Romerías de Mayo? Sentadas en el césped hablábamos de amoríos imposibles y absurdos. Bonitos y pasados.
Estoy segura de que se me olvidan muchas más cosas, muchas más experiencias a tu lado. Muchas tardes en los cines y muchos paseos por Gijón.
Estoy segura de que a ti no se te han olvidado.
Y ahora que ya cumples 16 años ¡16 años! quiero decirte que para mí siempre serás la misma de siempre, que para mí tú significas una vida entera.
Aún nos quedan muchos paseos y muchas locuras, muchas tardes y muchos cotilleos por compartir.
Y yo quiero seguir a tu lado.
Quizás ya no nos veamos diariamente, quizás nuestras miradas y nuestras palabras no se entrecrucen con tanta frecuencia, pero la distancia no puede hacer nada contra todo lo que nos queda por hacer juntas.
Nadie puede impedir que esto siga creciendo, porque nuestro pasado ha creado lazos muy fuertes.
Y, aunque nos quede mucho por vivir, para mí siempre serás tú.
Simplemente tú, la bonita chica de ojos cálidos y piel morena. La chica que me ha aguantado a pesar de lo insoportable que soy. La chica que siempre está ahí.


Sé que te lo digo poco, ya sabes que soy torpe con las palabras, pero gracias por todo. Te quiero.




¡Felicidades!





domingo, 5 de febrero de 2012

Every Sunday.

Hace frío, tanto que cala en mis palabras temblorosas y las hace tiritar.
La lluvia ha empezado a caer y a formar cascadas de melancolía que bajan por las paredes y se arremolinan en el suelo como gatos encogidos al acabar sus siete vidas.
El cielo se mece bajo la dulzura de una palabra dicha a deshora y se tiñe de gris. Se rinde a la oscuridad y olvida  la hora qué todavía es.
Y mientras tanto, tú te levantas de la cama con el torso desnudo, con el pelo enredado y una sonrisa triunfante en los labios. Supongo que no debe parecerme extraño, supongo que mi lápiz poco afilado se ha acostumbrado a dibujarte cada domingo bostezando y arruinando las melodías del invierno que se difuminan en el humo de tu cigarro.
En el enredo cálido de tus sábanas habrás encontrado risas y lágrimas, también cartas y canciones y algún que otro acorde malsonante.
Mientras todo esto ocurre, se esbozan miles de sonrisas tímidas por las calles húmedas de esta ciudad que no quiso verme nacer y los estorninos, entonces, inundan el cielo.
Los árboles desnudos se mueven con ternura y escriben poesía sin palabras. Los abrigos caen y sólo se escucha un vals dulce y bonito mientras el pavo real se resguarda de la lluvia.
Mientras todo esto ocurre, poco a poco se llenan los charcos de magia y purpurina malva.
Y tú enciendes otro cigarro desafiando a la lluvia y desafiando al viento con tu siempre impecable sonrisa. Quizás me recuerdes cuando te asomes a la ventana y una gota valiente se quede prendada de tus oscuras y largas pestañas haciéndome compañía, recordándome tu calor.



Y mientras tu cigarro tiembla de frío, quizás leas alguna carta y sepas que ya me he ido.