martes, 24 de julio de 2012

"Y no te miento cuando digo que tu mirada sigue aquí."

Había dejado su rastro en mi vida. Marcó su territorio en mi piel. Dejó la huella de su olor, la huella de su embriagador aroma clavado en cada uno de los poros de mi piel. Y el incesante palpitar de su corazón se quedó grabado en mi oído, suave, lento y rítmico. 
Cada respiración ahogada se quedó prendada de mis pestañas. Cada risa y sonrisa se quedaron estancadas en mis lacrimales. Y cada beso que le quise robar se quedó clavado en mi corazón, rasgándolo, doliendo... 

Este sitio está lleno de ti. Lleno de lo que un día fuiste, de lo que un día quise ser junto a ti. 
Todas las palabras que escribo se transforman automáticamente en ti. Un torbellino incesante de palabras que tiemblan en las puntas de mis dedos al querer ser escritas estalla y se convierte en la forma rasgada de tus ojos. Explota todo y tu rostro se visualiza a través del polvo del recuerdo. Todo se derrumba a cinco minutos de ser medianoche y sólo se me aparece tu silueta perfectamente imperfecta. Y ahora, a cuatro minutos de medianoche tu sonrisa me nubla la mirada.
Quería escribirte, otra vez, contarte que ya sólo queda un mes para que sea el aniversario de nuestra (mi) catástrofe. Todavía me pregunto cuántas noches te dedicaré creyendo que sirve de algo pensarte. Cuántos días 24 me quedarán por recordar y cuántos Agostos bajo mantas deberé vivir para saber que no eres lo que me conviene, pero sí lo que deseo. Y en cuántos acantilados deberé bailar antes de caerme y romperme unos cuantos sueños. Cuántos chicles de menta seguirán recordándome lo que un día fue encantador y ahora no es más que...nada.
Da igual, pienso, da igual el hecho de que no sepa escribir nada decente por tu culpa. Hace tiempo que los versos se me atragantaron en el corazón, cerca de la arteria aorta y ahora ya no me bombean las palabras como antaño, cuando aún te quería de verdad y no eras un capricho de una inestable emocional. 
Fui un poco suicida, sigo pensando, quererte fue mortífero. Buscarte por las calles como una vagabunda sin hogar y volver a casa secándome las lágrimas en el ascensor fue estúpido, pero al fin y al cabo te quería. Hacerlo ahora no es estúpido, es inevitable. Porque ya no te quiero, no. Ahora siento la caprichosa necesidad de verte, y cada vez que lo hago se me sonroja la sonrisa y no puedo evitar suspirar. Ya ves tú, qué estupidez... Y no es eso lo peor, sino que aún creo que puedo conseguirte. Sí, como una niña que lucha para que le compren un caramelo, yo lucho por volver a escribir nuestra historia por las calles que nos pertenecen. Vuelvo a buscarte en la antigua estación de tren y en la parada de autobús donde se perdió más de una ilusión y nacieron otras tantas. Vuelvo a buscarte tras los estantes de los supermercados y en todas las pandillas de jóvenes. Te vuelvo a buscar tras mi ventana y en la panadería de la esquina. Me resguardo de la lluvia allí, como cuando en Febrero quise deshacer el destino y tirarlo todo por la borda. Ojalá lo hubiera hecho... Y recorro tu calle esperándote. Me siento en un banco cerca de tu portal, como antes y espero que te acuerdes de mí y de mis idioteces.
Claro que todo era más fácil antes cuando tu mirada aún guardaba incomprensión y en tu oreja no había tantos pendientes. Todo era más fácil cuando me creía mi propia mentira y soñaba con uno de tus abrazos. Todo era más sencillo cuando ninguna canción olía a ti. También cuando al pasar por aquel kiosco no me invadía la nostalgia al oler los regalices y no te recordaba caminando hacia él con tus ojos chocolate fijos en mí. Con esos preciosos ojos color chocolate que se han quedado incrustados en mi retina. 

Cómo lo siento. Ojalá pudiera cambiarlo todo. Ojalá pudiera volver atrás y soltar todas las palabras que se me acumulan en la garganta en noches como las de hoy. Ojalá pudiera olvidar todo lo que te rodea. Ojalá pudiera escribir sobre otra cosa. Ojalá pudiera parar ya.










jueves, 19 de julio de 2012

Cartas jamás enviadas (XXI)

                                                                                       Un nublado y caluroso día de Julio.
Amado desconocido: 
Poco a poco todo se va acabando, o al menos, así lo siento yo. No importa lo que digas, no importa lo que hagas porque esa manera de andar se quedará aquí, aquí dentro. Y al igual que Kafka escribió a Felice y Smith escribió a Elise, yo te escribo a ti. Te escribo a ti nada más para que tú, dulce piel de melocotón, sigas siendo parte de mí. Te escribo a ti porque eres el único con el que puedo empezar de nuevo mientras todo a mi alrededor se acaba. Te escribo a ti porque eres el principio de todo.
Cierro los ojos. Todo se esfuma. Ya no queda nada más que lo que quisiste regalarme: nada. A través de la ventana ya ha anochecido, pero una vela alumbra todavía en mi corazón. Las canciones que quise dedicarte, aquellas que me rompen el corazón. El chocolate de tus ojos. La miel de tus labios. El dulce aroma de tu cabello. No, no me digas que no. Todavía me quedan muchos Septiembres que  borrar y muchos lunes sabor chicle de menta que olvidar. Todavía me quedas tú bañado en ayer.
Siento la necesidad de ver tus ojos en el umbral de mi puerta. La melodiosa necesidad de deslizarme por tu mirada y sonreír con inocencia esperando que tú te hayas olvidado ya de tantas faldas cortas y noches de alcohol. Y todavía espero verte pasar por mi calle. Todavía espero las mañanas que me prometió tu silencio en la eterna espera.
Retengo las lágrimas. No puedo flaquear. Todo ha pasado ya.
No, no digas nada. Quédate callado, quiero oír las pisadas del gato que se acerca a susurrarme que no debo recordarte. No, no, no hables. Mantente en silencio, ojos chocolate, no vayas a hacer que recuerde tu preciosa voz. No digas nada, ya no hay nada qué decir. Ya no hay nada que pueda escribirte más que añoro  el sentimiento agridulce por tu figura.
Qué amargo es el amor cuando se acaba...

Con recuerdos aguados en la mirada,
La chica de ojos verdes.






"Elise believe I never wanted this 

I thought this time I'd keep all of my promises 

I thought you were the girl I always dreamed about 
But I let the dream go 
And the promises broke 
And the make-believe  ran out..."

sábado, 14 de julio de 2012

Lo que la tristeza no se atreve a leer.


Te veo bailando en la cocina. Tus piernas largas y perfectamente depiladas se mueven por un cielo de azulejos color fuego. Tu sonrisa es amplia y tus faldas se mueven como de costumbre, con un suave vaivén y una dulzura exquisita. Y ahora, quizás, cuando te contemplo desde el otro lado de la puerta pueda decirte que sí, que te quiero.

Se acaban los días de sonrisas tristes y melenas despeinadas. Las noches se hacen eternas entre tus cejas y las mañanas se adormecen entre el enredo permanente de tus pestañas azucaradas. Ya no está permitido esconderse, ni acobardarse, ni echar de menos. Sal de ahí, que te quiero ver de nuevo mientras masticas las palabras que jamás me dirás. Sal de ahí, que ya no muerdo y mañana no va a llover.
Te diré que ya no importa, que todo da igual ya. Que los años pasados pasados están y que las canciones de amor se han muerto sin más. Que la nevera del amor se ha quedado sin provisiones y que yo sigo estando hambrienta de sueños. Como tú, sí, como tú.
Y como aquel poeta predijo nos robaron lo más preciado, la ilusión de la primavera y el mes de Abril. Pero dime tú ¿Quién quiere un Abril teniendo todos los Febreros a nuestro alcance? 

Tú me miras mientras bailas. Sé que me ves a través de la puerta. Sé que percibes la tristeza en mis ojos cansados y llorosos. Fijas tu mirada en mí, sonríes y entonces, sí, entonces adivino que tú también me quieres.


viernes, 6 de julio de 2012

Sueños caídos de tu mirada.

Como una pequeña y dulce margarita al límite del precipicio formado por su llanto sonoro y triste. Como una dulce y melodiosa voz que hace sonreír. Y así, con miles de sonrisas y canciones bonitas, un piano abandona el mundo y  una nota flota entre tus silencios. En tu cabeza sigue siendo primavera, la torpeza cansada te habla y una mirada reluciente susurra palabras de amor a la luz de una luna que se refleja en el espejo de una sonrisa. Un pajarito indefenso se atreve por fin a anidar en tu pelo. Y así despiertas, con nudos y enredos en el cabello. Te miras en el espejo, ya no sonríes y te desenredas el cabello. Te miras en el espejo, ya no sonríes y se te cae un sueño. Te miras en el espejo, ya no sonríes y tus ojos forman recuerdos. Te miras en el espejo, ya no sonríes.
Al otro lado de la ventana del baño cantan los ruiseñores, las mariposas duermen preciosas y las flores mueren cansadas después de otra primavera. Miras distraída a través de ella, y no te percatas de toda la vida que hay ahí fuera, no te percatas de los escarabajos pianistas, ni de los grillos bailarines o de las libélulas cantantes. ¿Ya no hay en tu corazón un hueco para la naturaleza más viva? ¿Ya no hay en tu mirada un sueño que te haga reír? 

Callas a la noche después de un día más que consumió tu grandeza. Y te vuelves a mirar en el espejo. No alcanzas a ver más allá de unas grandes ojeras, dos enormes ojos color rana y una pequeña nariz. Y como siempre, te olvidas del cri cri incesante de los grillos, de la despedida de los escarabajos y de las ruidosas melodías de las libélulas y mariposas. Te acuestas. ¡Y vaya! Se te ha caído otro sueño. Ya has bajado la persiana, ya has ignorado a la Luna que te cedió su tiempo escuchando tus llantos. También das la espalda al té caliente que espera en la mesita de noche, a la carta que te robó tu primer suspiro y a la película de tu vida.
Ya no es novedad que no sonrías, que odies el enredo de tu cabello, que no cuides tus deseos. Ya no es novedad por aquí que pierdas el sueño, la esperanza y la dulzura. Ya no es novedad, pequeña, que olvides cada noche el sabor de mis palabras en tu boca. Ya no es novedad que te hayas olvidado de vivir.


lunes, 2 de julio de 2012

You're the song inside of me.

Tenía que encontrarte, dentro de mí algo me lo decía. Creo que fue una especie de luz que se encendió, que me maravilló y que me quemó. Había pasado demasiado tiempo en una nube de algodón que tan sólo me pertenecía a mí, en una nube muy alta, en un eterno sueño que jamás se cumplía. Y lo necesitaba, necesitaba encontrarte. Me daba igual dónde estuvieras, me daba igual cómo fuera tu manera de andar, me daba igual el color de tus ojos o la textura de tu cabello. Sólo quería escuchar una voz que me tranquilizara, una mano en mi hombro, una caricia que me estremeciera, un beso, quizás, un beso que me despertara por fin y me hiciera sonreír, sonreír de verdad.
Y tú, tú serías esa pieza que me faltaba, ese último lunar de mi cuerpo que contarías tocándolo con tus labios. Pero nadie parecía entenderlo, nadie parecía querer luchar conmigo. Necesitaba encontrarte para no sentir este vacío tan doloroso en mi interior. Tengo miedo de escribir lo que en realidad quiero escribir, me da miedo mostrar lo que guardo aquí, lo que guardo de todo el mundo y te mostraría sólo a ti. Y necesitaba un nuevo comienzo, sí, eso es. Necesitaba una nueva sonrisa por la que mereciera la pena luchar. Necesitaba un alguien que me mirase y fuera feliz así, tan sólo mirándome. Necesitaba encontrar la otra parte de mi canción, la armonía de todo lo que escuchara, los colores que pintaran mi vida, la inapagable luz al final del túnel. Necesitaba encontrar lo que llevaba tiempo buscando, algo que rompiera esa soledad.


No es posible que estés tan lejos, no es posible que tardes tanto en llegar. No es posible que permitas que me sienta tan perdida en este mar de dudas y sentimientos. 
Tú eres la razón y a la vez la pregunta de por qué estoy escribiendo esto. Necesito encontrarte.