martes, 20 de diciembre de 2011

Cartas jamás enviadas (XIII)

                                                                            Un martes con complejo de viernes.
Amado desconocido:
Hoy seré ñoña. Más de lo habitual, quiero decir.
Hoy escribiré lo que siento sin escrúpulos, exprimiré mis recuerdos y sentimientos al máximo. 
En esta carta te hablaré directamente. A ti, sin más.
No utilizaré metáforas ni seré complicada, aunque como ya sabes lo seré igual. Me es difícil no ser contradictoria, no utilizar extrañas oraciones para escribirte, para describirte.
Se me desbordan las palabras, escapan, huyen de la realidad. No quieren salir de mí. Temen tu reacción.
Aseguro haber sentido algo por ti. Te digo esto antes de nada, por si sigues pensando que no. Te juro que sí.
Claramente, no fue algo fuerte. No fue un amor verdadero de los que mueven montañas y separan las aguas de los más inmensos océanos.
Pero fue algo, un pequeño enamoramiento triste y bello.
Si piensas que soy de esas chicas enamoradas que prometen un siempre, que escriben millones de L entre paréntesis y escriben "Te quiero" todo junto y en minúscula, te has equivocado. Te has equivocado mucho.
Soy real. Quizás demasiado real, aunque también muy romántica. Muy fuerte, pero muy débil y vulnerable en temas como estos.
Si es que...¡Qué estúpida! ¿Verdad? Quiero decir, tú, un chico como tú. ¡A simple vista eras inalcanzable para mí!
A veces, sentada aquí, escribiéndote, pienso qué dirías, cómo actuarías si te entregara de verdad estas cartas. Pienso en la cara que pondrías si leyeras cada palabra escrita, cada muestra de cariño y aprecio.
No creo que siguieras manteniendo la misma postura de negación, supongo que quizás algo en tu enorme o pequeñito corazón (algo más que añadir a mi lista de cosas que no sé de ti) se revolvería y te haría sentir.
Sentir.
No consigo recordar cómo he llegado hasta aquí. No consigo darme cuenta de cuál fue la ráfaga de viento que me hizo ladear la cabeza y verte por vez primera, allí. Eras tan especial. Tan maravillosamente extraño.
Aún así, no me cabe la menor duda de que te quise. También sé que no te quiero olvidar.
El miedo me mató, me amenazó. El miedo hizo que esto fuera tan patético. Pero sí que lo intenté, luché y sigo haciéndolo. No es que te necesite para ser feliz, es algo personal. Quiero recuperar mi orgullo que quedó bajo la suela de tus Vans y colgando de tu pendiente.
Aunque no te negaré la profunda belleza de tus ojos marrones oscuros, la belleza de tu tersa piel, tus labios curvados en una sonrisa, tu espalda ancha, tu brillante pelo negro...No seguiré porque empieza a doler.
Ya para acabar, te diré que seguiré empujando un "nunca se sabe." Seguiré sonriendo al pasar por delante de tu portal, seguiré apretando con fuerza mi cara en tu recuerdo, dibujándote con mis dedos cuando empieces a difuminarte.
Todo esto por ti, y aunque quizás una persona normal debería estar llorando y lamentándose yo sonrío al acabar esta carta.
Sonrío por una simple razón: todavía no he olvidado la sonrisa que me dedicaste aquella tarde de Junio. Jamás lo haré.

Con una sonrisa en los labios y amor,
La chica de ojos verdes.

P.D: Feliz Navidad.

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