Los pobres gnomos de mi interior, que mucho han aguantado, caminan por mi mente susurrando cosas y saltando a través de mis sentimientos. Es bonito, es raro. Soy yo.
Atentamente escucho su voz cristalina y fina. Gritan con voz aguda: "Lucha, amiga, lucha. Lo quieres, lo quieres tanto. ¿Por qué te rindes? ¿Qué más puedes perder? Sigue adelante."
Cierro los ojos por un instante, rebusco en mi interior para encontrar la respuesta pero no hallo más que sus voces histéricas, no siento más que sus patadas en mis entrañas queriendo hacerme ver que le necesito para ser feliz.
Al fondo de mí, detrás de todo sentimiento y pensamiento, el gnomo anciano me mira con su mirada sabia y dulce. Dice: "Déjale ir, empújale fuera. Te dolerá más luchar."
Pero ¿qué hacer? Hace tiempo que le perdí, hace tiempo que le dejé ir.
Tanto tiempo ya.
Desde que rompí las fotografías, desde que lloré por la belleza inalcanzable de sus ojos oscuros.
Quizás, tan sólo quizás, sea mejor olvidar.
Quizás deba obedecer al gnomo anciano y rendirme.
Jamás.
2 comentarios:
En cuestiones de cosas que quieres y necesitas, nunca hay que rendirse.
Aunque el gnomo anciano también tiene parte de razón. Esto es como lo del mini-ángel y mini-demonio de nuestra conciencia, jaja, ;)
Por cierto: genial el Postdata de tu felicitación navideña ^^
m u a a a k
Jaja Sí, es algo parecido. Cuesta decidirse entre uno u otro.
Muchas gracias por pasarte ^^ Me gusta que te guste el posdata :)
Besos y felices fiestas <3
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