viernes, 14 de diciembre de 2012

Ojalá todo sea un mal sueño, Elise.

Se te rompe el alma, pequeña, se te rompe el alma poco a poco. Se viene abajo el mundo totalmente utópico que formaste en tu imaginación y tienes miedo. Esto no estaba planeado, yo siempre seré un soñadora, te repites esperanzada y con lágrimas en los ojos. Esto es imposible, no me puede estar pasando a mí, pero sí, te está pasando y no puedes evitar temblar envuelta en tu edredón, con el calor sonrojando tus mejillas y las lágrimas limpiando los restos de rímel que quiso ensalzar tu mirada ahora perdida. 

No puedes evitar llorar, sentirte sola y vacía, pero aún así tienes que sonreír. Los demás no entenderían tu situación y, como siempre, coges lápiz y papel y empiezas a vomitar palabras en forma de cadáveres de tristeza. Y te ahogas con tus propias lágrimas y un nudo incómodo se te forma en la garganta. Te derrumbas ante tal enredo de sentimientos y emociones. ¿Qué te está pasando, pequeña? ¿Qué le ocurrió a tu fuerza, a tu alegría, a tus ganas de volar? ¿Acaso has perdido lo que te caracterizó un día para convertirte en un fantasma gris y lloroso? ¿Acaso temes lo que te rodea? ¿Temes la realidad, pequeña?

Sé que te sientes prescindible, que los que un día te sonreían ahora te dan la espalda, que tu trabajo no es entendido ni valorado y que la soledad puede contigo. Sé que poco a poco te rindes, que regresas sola a casa y que las tardes de los viernes ya no son lo mismo. Sé que te pierdes en librerías y en tiendas de música para olvidar y que te duermes recordando el pasado para sonreír. Sé que te levantas y lo único que quieres es volver a acostarte. Sé que el mundo gira demasiado rápido para ti, que vives en una sociedad en la que no encuentras tu lugar y en la que no sabes dónde está el equilibrio.
Sé que estás triste, que ahora estás derramando lágrimas de infinita pena y que buscas un abrazo y un hombro que ahogue tus sollozos. Sé que se te agotan los versos y se te esfuman las ganas de seguir.

Y yo, pequeña, yo no soy quién quieres que sea. Yo soy tú y te escribo para calmar y deshacer el nudo de tu garganta. No sé cómo animarte, no sé qué hacer ni qué escribirte, Elise, para paliar tu melancolía. No sé qué intentar que no haya intentado ya.

Ojalá el mundo no fuera tan cruel con los que nos creemos diferentes. Ojalá toda esta tristeza se ahogara bajo la lluvia y no quedara nada más que un vago recuerdo de una Elise llorosa y encogida entre mantas.

No sé quién soy, Elise, ni quién quieres que sea esta noche, pero te quiero. Y nada cambiará eso.


De una Elise cansada para una Elise derrumbada.


2 comentarios:

The Gossip Eye dijo...

Eso de escribirse a una misma resulta una buena terapia, verdad?

Te lo dice una que lo ha hecho más de una vez.

:)

Bonita canción!!

muaaak.

Anónimo dijo...

Me siento identificada, y eso es muy triste...
animos