jueves, 26 de abril de 2012

Los pajaritos poetas de un frío Septiembre.

Su mirada caía en picado hacia el suelo y se vaciaba llenándose de nada y empapándose de recuerdos sucios y dulces. Sus ojos parecían pozos profundos cubiertos con una claridad azulada debido al cielo despejado y brillante que se reflejaba en ellos cuando se atrevían a despegar del suelo y hundirse en la belleza del cielo.
Su rostro permanecía iluminado por la sonrisa enternecida de las golondrinas que volaban atravesando esa luz y por qué no decirlo, atravesando su corazón, buceando en sus profundidades, mezclando sus sentimientos y mareando a su tristeza mal disimulada.
Sus cabellos se enredaban entre sí, trenzándose y formando bonitos mechones que colgaban por encima de sus hombros frágiles y sedosos.
Esa palidez suya, casi blanca, resplandecía incluso cuando la luz del sol brillaba así, de esta manera tan intensa y especial. Y ella lloraba por dentro cuando se daba cuenta de lo inmensa que era su belleza y de lo sola que se sentía contemplando nacer las flores cada primavera, viéndolas morir y viéndolas renacer. Ella sufría inmensamente cuando las lágrimas cristalinas que resbalaban por sus mejillas eran inevitables, imposibles de contener y en esos casos se tiraba en la hierba pensando en cómo regresar a casa sin perderse de nuevo, sin llorar de nuevo, sin sentir de nuevo.
Oía a los pajaritos cantar bonitas melodías y las repetía, creyendo que aquello era poesía, poesía como la que solía leer en tardes de Septiembre donde todo se tornaba frío y viejo y los pajaritos poetas no cantaban ni volaban, dormían entumecidos por el frío y temerosos del futuro Octubre.
Nadaba entre versos, sí, esa es la expresión más exacta para describir sus tardes de verano tardías, nadaba y buceaba entre palabras que nadie más excepto ella comprendía. Quizás guardaba la esperanza de encontrar así su hogar, de sentirse en casa de nuevo sin mojarse los cabellos, de sentir alegría.
En cualquier caso, se perdía así en las tardes de Septiembre, con su vacía mirada contemplando un cielo que perdía su azul y se convertía en gris, sus cabellos enredados y una mueca triste en sus labios mientras dejaba que la poesía que aquellos pajaritos poetas ya no le regalaban la hiciera sentir de nuevo que es algo más que una pieza de un mundo que no logra comprender del todo bien.


                                                                                                                                      Y nunca lo hará.

5 comentarios:

Nikol dijo...

Te ha quedado muy bien!! A ver si algún día escribo yo tan profundamente como tú. =3

Adriana. dijo...

Me ha gustado mucho, sigue a sí. :)

Soy.la Anto dijo...

quiero creer que estoy bien :')

esta bella la entrada, quisiera ser parte de esos pájaros poetas y volar a la primavera siempre...

Cilla dijo...

Me ha encantado ._. es una de las mejores entradas que he leído en bastante tiempo... joder me ha atrapado, así que no tengo otra opción que seguirte y pasarme por aquí cada vez que publiques.

http://leyendasveladas.blogspot.com.es/

Elisa Sestayo dijo...

Muchas gracias, me alegra que os gustara y Antüan, me alegro un montón de que estés bien ya :')

Un beso <3