viernes, 9 de septiembre de 2011

Party.

Era una fiesta. Una fiesta un tanto peculiar. No había globos de colores, ni serpentinas voladoras, ni kilos y kilos de confeti. Tampoco había mesas repletas de comida ni sillas en las que sentarse. No se oían risas ni gente hablando. Pero aún así era una fiesta. Si quieres mi opinión era una fiesta preciosa.
Una dulce melodía llenaba la sala, era sobrecogedora. Mis ojos estaban inundados en lágrimas y un nudo en la garganta me provocaba esa sensación tan agradablemente incómoda.
No había mucha gente, en realidad sólo estaba yo. Pero que sólo esté yo, no quiere decir que estuviera sola.
Cerca de la puerta vagaban mis ilusiones, hablaban acaloradas entre susurros. Al lado de la ventana yacían mis miedos, tranquilos, con esa maliciosa mirada en sus ojos negros.
Más lejos aún, bailaban mis sueños, se movían al son de la dulce melodía, esperanzados y sonrientes.
Mis recuerdos, grises y arrugados, me seguían cantando al unísono una vieja canción.
Mis secretos volaban traviesos y cantarines, se escondían detrás de los recuerdos esperando ser descubiertos pero mis miradas les hacían volver al armario.
No era una fiesta habitual, pero era una gran fiesta, de eso no había ninguna duda.







2 comentarios:

Rafael de la Rosa dijo...

te puedo asegurar que adoro la forma en la que escribes. Ese cuadro que dibujas con tus palabras es tan... doloroso y tan capaz de reflejar lo que todos llevamos dentro: los miedos, las ilusiones, los sueños...
Quién sabe cuántas de esas fiestas hemos montado nosotros mismos... quizás con más ganas de acabarlas que de empezarlas... Otras veces disfrutando de esas fiestas al máximo...
Increíble. me gustó mucho :)

Elisa Sestayo dijo...

Muchas gracias, no sabes cuánto me alegra que a alguien le guste mi forma de escribir. Gracias de verdad :)
Y sí, cuántas fiestas nos montamos sin ni siquiera saberlo a veces. La vida es una fiesta, si lo miras desde este punto :D
Un beso y gracias de nuevo(: