domingo, 24 de junio de 2012

Iba en busca de versos al Alimerka y volvía a casa recordando que era domingo.

No quería confesarte que tengo miedo porque ya sabías que sí. Yo sólo quería gritarte que no aguantaba más ahí sentada, observándolo todo desde fuera como una completa extraña en busca de comprensión. Yo sólo buscaba hacerte comprender que no puedo más, que si sigues siendo tú como si nada huiré de tu lado. 
No me creías y así fue como todo se rompió con un grito sordo.
Yo corrí y corrí pero no sabía hacia dónde ni por qué. En mi bolsillo guardaba tu fotografía y la canción que nos unió mientras la química duró. Cogí trenes, autobuses y caminé por carreteras sin destino. Me alimenté de ilusiones rotas por rutinas y lágrimas y todas las noches al acostarme se me aparecía tu sonrisa conformista y amante del barrio podrido en el que vivías. Y se cerraban mis ojos con ganas de soñar de verdad, de soñar sin escrúpulos y sin límites. 
Iba en busca de versos al Alimerka y volvía a casa recordando que era domingo. Dormía bajo flores primaverales y derramaba lágrimas mientras te echaba de menos sin quererlo.
Tú seguías viviendo una vida aburrida y de vez en cuando me recordabas a mí y a mi mirada perdida, a mí y a mis ganas de escapar, a mí y a mis incontables defectos. Y creo que también llorabas, pero jamás lo sabré ya que estaba demasiado lejos por aquel entonces, perdida en recuerdos de tiempos dorados y tumbas sin flores. 

Nuestra poesía fría moría. Nuestra magia se perdía. Ya no nacían corazones rosados en las calles por las que andábamos. Los violines agonizaban y las miradas se caían al suelo, chocaban, gritaban, se desangraban y, finalmente, desaparecían. Se desnudaban los versos de la genialidad de tu rostro en el poco espacio restante que me quedaba entre el cielo y mi boca, espacio que existía debido a la ausencia estremecedora de tu figura. Pero no podía demostrar que al huir había cometido un error, no podía porque lo único que me quedaba era eso, la huida desenfadada y las carreras por lugares insólitos e invernales. Lo sé, lo sé. Hubiera sido más acertado meterte en mi maleta, pero no, no lo hice porque eso hubiera significado mi rendición, mi huida carecería de sentido si te hubiera llevado. Porque sí, amor, huía de ti.
De tu conformismo con olor a mañana, de tu oscuro pelo, de tu risa estúpida y de todo lo que me recordara a ti. Huía de las interminables discusiones sobre nada y de lo aburrido que era tenerte a mi lado.
Quizás suene egoísta o quizás no suene más que habitual, pero serías perfecto si no fueras tú.



4 comentarios:

Chica de verano. dijo...

Ya sabes que me encanta,como todas las demás ^---^ La parte de ``se desnudaban los versos de la genialidad de tu rostro en...´´ Me encanta *_* Yo quiero ver todos escritos publicados e.e

Andy. dijo...

Me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta, me encanta... y así sobre todo lo que hay en tu blog.
Besos.

Marina dijo...

"Tú seguías viviendo una vida aburrida y de vez en cuando me recordabas a mí y a mi mirada perdida". Genial Elisa; simplemente genial.
He estado ausente un mes; ahora vuelvo a leer todo lo que no he podido a causa de los exámenes. Siempre es un lujo poder leer esto. *-* <3

Elisa Sestayo dijo...

¡Gracias, muchas gracias! :D